En un “Banco de parque” un duelo actoral fascinante

En un “Banco de parque” un duelo actoral fascinante

Hace veinte años escribimos en las páginas de “Listín Diario” sobre la obra de teatro del autor ruso contemporáneo Alexander Gelman “Banco de parque”, protagonizada por María Castillo y el inolvidable Ángel Haché, lo siguiente: “Justo cuando el mundo se torna accesible, cuando la sofisticada tecnología moderna potencializa la comunicación, cuando pareciera que nuestro universo se achica, surge la gran paradoja de este final de siglo: la incomunicación que aisla, que margina, produciendo en el hombre vacío existencial, soledad. Soledad sentida aun en medio del conglomerado de una gran ciudad.
Este vacío es compartido por los personajes de “Banco de parque” –un hombre y una mujer– quienes se reencuentran en el recodo de un parque al que han llegado en busca de compañía, en el preciso momento en que el día da paso a las primeras sombras de la noche… allí, teniendo como testigos sólo el banco colocado sobre un suelo cubierto de hojarasca en un anticipado otoño, se reinicia el drama sentimental de esta pareja, ávida de ternura, compañía y comprensión”.
Alexander Gelman presenta su argumento a través de un realismo tomado de lo cotidiano, que manifiesta en su dialéctica el desamparo en que se encuentra el hombre de hoy, abandonado a su depresión, dentro de un contexto social muchas veces excluyente. Los personajes, “el hombre” insatisfecho, inseguro, mitómano contumaz y la “mujer” divorciada, necesitada de una relación estable que llene su vida, están perfectamente estructurados; el desequilibrio de los conflictos entre ellos los obliga a actuar para resolver la contradicción, mientras la movilidad constante en la reducida estancia crea la dinámica sostenida de la obra.
En esta nueva puesta en escena de “Banco de parque” veinte años después, María Castillo escoge para compartir protagonismo a Manuel Chapuseaux, todo un ícono del teatro dominicano, con el que nunca antes había compartido escenario. Esto nos da la oportunidad de disfrutar de dos modelos de actuación que se complementan. Para cada personaje, María utiliza la llamada “memoria emocional” base del “método” en que fue formada, lo que la ha convertido en una de las más alta figuras de la escena nacional, y Chapuseaux, actor vital, vibrante, ha abrevado de distintas corrientes teatrales y a lomo de Rocinante ha dejado su impronta en cada personaje encarnado, en cada obra dirigida.
Pero más allá de la formación, del enfoque, hay en ellos algo inherente, insustituible: el talento, de ahí que el encuentro de ambos en este “Banco de parque” produzca una simbiosis fascinante, que tiene como resultante la excelencia del hecho teatral.
La obra de Gelman es una comedia dramática en la que se alternan momentos de hilaridad y reflexión, pero en esta nueva versión la comicidad adquiere una mayor relevancia, sin que por ello pierda su esencia, dadas las condiciones histriónicas de Chapuseaux y de María Castillo, quien construye a cabalidad el carácter dubitativo de la mujer, acercando la pieza a la comedia de situaciones.
Sin grandes efectos, solo voces en off y luces ambientadoras, los actores en evolución gestual permanente con proximidad y alejamiento, construyen el espacio lúdico, zona mínima de representación, donde sólo cuenta la actuación capaz de crear el personaje y proyectarlo en su justa dimensión semántica.
Como hace veinte años, María Castillo se encuentra en la cima de su carrera, la experiencia acumulada en todo este tiempo es un valor adicional, y es que como dice el tango “veinte años no es nada” para la vigencia de una actriz. Manuel Chapuseaux ha alcanzado estadios superiores, es un artista polivalente, pero indetenible sigue cabalgando. Si ama usted el teatro, asista a la sala Ravelo para disfrutar de este fascinante duelo actoral, en un “Banco de parque”.

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