La culpa es un sentimiento capaz de carcomer a cualquier ser humano por dentro.
Esta situación aumenta más si la persona que es señalada como culpable no es capaz de reconocer si ciertamente cometió el hecho que se le atribuye.
De ahí la importancia de canalizar la realidad de los hechos para llegar a conclusiones certeras y no dejarse convencer por un manipulador emocional.
Pero… ¿cómo podemos identificar cuándo somos realmente culpable de una situación o problema?
La experta en la conducta humana Zuleyma Rosario advierte que “regularmente cuando alguien nos hace sentir culpable busca obtener un beneficio de ello y es muy común que intente manipularnos evadiendo su propia responsabilidad y su cuota de culpa dentro de la situación”.
Señala además que los “traficantes de culpa”, utilizan esta estrategia cuando sienten que están perdiendo control sobre alguien, o ya no reciben la misma atención de esa persona.
Suelen utilizar frases como “tú eres el (a) culpable de que esté triste porque ya no vienes con la frecuencia de antes”, atribuyéndole de este modo la culpa a esa persona de su soledad.
La especialista advierte también que se debe tener cuidado con aquellas personas que pueden vender culpa debido a un sentimiento de envidia frente a alguien que está teniendo éxito en su vida personal o profesional. Ellos, suelen utilizar frases como “te va muy bien en el trabajo, pero seguro que tus niños pasan mucho tiempo con la niñera”.
Rosario especifica que es importante también saber que quien nos vende culpa puede a veces parecer muy amable y solidario, lo cual hace que accedamos a lo que desea y nos confunda fácilmente y no le pongamos límites.
Preguntas claves para saber cuándo realmente se es culpable. La terapeuta explica que es sumamente importante tener en cuenta que la finalidad de que “quien constantemente nos hace sentir culpable nunca será ayudarnos sino todo lo contrario, por lo que es necesario saber diferenciar y ver de forma objetiva y justa que tan culpable soy yo de una situación haciéndonos algunas preguntas claves”.
¿Qué tan cierto es lo me dicen? ¿Yo provoqué o busqué esta situación? ¿Es justo para mí? ¿Puedo hacer algo en esta situación? ¿Soy responsable de lo que piensen o digan los demás? ¿Me merezco lo bueno que me pasa en la vida? ¿Estoy viviendo la vida de realmente deseo vivir?
Rosario afirma que responder preguntas de este tipo es de utilidad a la hora de saber qué tanta culpa se está asumiendo frente a los hechos de la vida, y lo mejor de todo, a deshacerse de ella y ser más felices.
Poner límites. “Luego de darnos cuenta de que hay personas a nuestro alrededor que nos transmiten culpa de forma injusta y frecuente debemos poner límites claros y establecer distancia, por el bien de nuestra salud mental”, precisa la especialista.
Ya que sea por un error cometido, un favor realizado, por alcanzar el éxito, disfrutar la vida, o por el sufrimiento de alguien, lo cierto es que nadie está en el derecho de dañarnos y martirizarnos constantemente, sobre todo, si tenemos interés de cambiar, resarcir el daño o no repetirlo.
Por tanto, es importante recordar que somos responsables de lo que hacemos con aquello que sentimos y que, por ende, para liberarnos del sentimiento de culpa debemos perdonarnos, recordar que no somos perfectos, que merecemos lo bueno que nos ocurre y debemos vivir el presente, concluye Rosario.