Cuando se camina por las calles de Villa Juana y se elige un residente al azar para preguntarle sobre la realidad del barrio, la respuesta suele ser la misma: “Todo está bien”.
Así lo aseguró don Tomás Cepeda, quien, al ser abordado por periodistas del Hoy para la serie especial Hoy en tu barrio, destacó lo que más le gusta de su comunidad: “La tranquilidad”.
Lo mismo ocurrió con la señora que vende café en la esquina y con una clienta que prefirió no hablar de inseguridad ni de drogas. Como si el problema no existiera. Como si nombrarlo fuera demasiado peligroso.
Eran las 9:40 de la mañana y la calle Marcos Adón tenía la calma de un cuadro de Vincent Van Gogh. Como en sus paisajes de Auvers-sur-Oise, donde los campos y jardines reflejaban una paz que el pintor quizá nunca tuvo. Pero en Villa Juana, esa perfección era un espejismo.

Fue Rafael Otaño quien lo dejó en evidencia.
El secretario general de la junta de vecinos de Villa Juana, el popular barrio del Distrito Nacional, Santo Domingo, un hombre que “no apoya lo mal hecho”, rompió el silencio con una frase que desdibujó la armonía del barrio:
“La droga está arropando el país, por aquí la droga está acabando con la juventud, por aquí hasta los viejos están metiendo (drogas), cosa que nunca se había visto, pero se ha desatado una ola de drogas”, afirmó con determinación.
Señaló, sin titubeos, el mismo punto donde dos hombres jugaban cartas momentos antes. “Usted viene a las 6:00 de la mañana a ese banquito y encuentra a tres fumándose un ‘pachuche’ ahí, y nadie puede denunciarlos porque cuando viene a ver, te matan”, sentenció.

Con esas palabras, el miedo que flotaba en el ambiente cobró sentido. Explicaba por qué doña Esther (nombre ficticio para proteger su identidad) se negaba a hablar, por qué los residentes bajaban la mirada o entraban a sus casas al ver a los periodistas.
“Yo no voy a decir nada sobre eso, porque después me agarran y me matan”, respondió doña Esther con una barrera de miedo en la voz. Cuando le aseguraron que su identidad no sería revelada y que solo grabarían sus palabras en audio, el terror fue más fuerte: cubrió su rostro con ambas manos, como si ese simple gesto pudiera protegerla.

Pero lo más irónico es que doña Esther no fue interrogada directamente sobre los estupefacientes, sino que los periodistas preguntaron si la juventud estaba centrada. Fue como si al mencionar “juventud”, lo asociara directamente con esta problemática.
Así como ella, muchos en Villa Juana prefieren callar.
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Con las drogas, un problema mata a otro en Villa Juana
Para Bollón Domínguez, la venta de estupefacientes en el sector no es tan visible como antes, pero sigue ahí. “No se ve tan a lo público, tratan de hacerlo más oculto por el patrullaje, para que no los vean. Ya se meten por un callejón más escondido”, explicó.

El detalle más irónico de su relato llegó al final. “El mismo problema de la delincuencia ha alejado a esos compradores que venían de otro barrio. Por lo menos tenemos algo que agradecerle a la delincuencia”, soltó con una mezcla de resignación y amargura.
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