Mi fe
Yo no debería estar aquí, ni mucho menos escribiendo esta columna. Pero Dios, no sé con qué propósito o misión, decidió regresarme al mundo de los vivos. El próximo domingo 24, Domingo de Ramos, cumpliré tres años del ataque cerebral que me ocurrió a siete meses de asumir la presidencia de Acroarte y una semana después del otrora premio Casandra 2010.
Mi fe me ayudó mucho en el proceso de recuperación, aunque me quedan todavía secuelas. Por ejemplo, tenía que desplazarme en silla de ruedas, luego con bastón y poco tiempo después caminaba sin ayuda.
Hace tres meses estoy conduciendo mi propio vehículo. ¡Un palo!, como diría Fausto Polanco. He superado muchas pruebas después del evento, pruebas que he pasado con 100, gracias a mi fe en Dios.
No me avergüenzo para nada de mi discapacidad física adquirida. Estoy casi terminando un libro que versa sobre mi testimonio de cómo un accidente cerebral cambió mi vida por completo. ¡Dios es mi pastor!