Alguien decía que el país se merece la televisión que tiene. Hasta cierto punto, es verdad. Todos los países se merecen la televisión que tienen.
La idiosincrasia, la costumbre y la cultura, son distintas en cada país, y la diferencia es muy marcada. Pero, de ahí a producir programas que no reúnen los estándares mínimos de calidad ni siquiera para transmitir en el “canal de la Mona”, deja mucho que desear.
Muchos productores están realizando una televisión de cuando cambiaban “cangrejitos por botones”.
Se encuentran fosilizados en el tiempo y espacio, y no se dan cuenta que el país cambió, por consiguiente, todo lo demás cambia.
No se dan cuenta que el espectador que ve entre líneas advierte eso, que lo tratan como tarados.
No se le puede pedir a la mata de aguacate que dé manzana, porque fue aguacate que sembró.
Lo único que no ha variado, son los objetivos de la TV: educar, entretener e informar.
Es necesario reinventar la televisión dominicana. Organizar, por ejemplo, una cumbre de productores y realizadores, donde se analice y proyecte lo que va a ser la televisión en los próximos diez años en nuestra República Dominicana.
No enfrascarse en una lucha de “dimes y diretes”.