Esta es la pregunta que suelen hacerse la mayoría de las personas que la tragedia, no importa cuán grande es, ha tocado sus puertas. Más, cuando una persona no está esperando que le pase algo grave en su vida y, de repente sucede y, todo se derrumba. Yo me hice esa misma pregunta, el ¿por qué a mí?, cuando la tempestad me tambaleó y tembló la tierra debajo de mi y, repentinamente, estaba en cuidado intensivo.
El por qué a mí no viene solo, aparece acompañado de los fantasmas del miedo, de la desesperanza, de las frustraciones, del culpar a otros de su desgracia. Es prácticamente normal que una persona en tragedia se cuestione, pero si persiste en eso entonces puede causarle más daño que el problema iniciar.
Científicamente está demostrado mediante scanner, que si esa persona persiste indefinidamente en esa actitud negativa y dañina, el cerebro libera una sustancia llamada cortisol, que es la hormona del estrés, que tiene efecto en todos los órganos del cuerpo, incluyendo el corazón. Aprendí que el ser humano está aquí para que les sucedan cosas, buenas, no tan buenas y mala, y, como dice mi madre doña Carmen: “al vivo es que les pasan cosas”. El mejor remedio para eso es tener siempre una fe inquebrantable y una actitud positiva, y veras que cuando te sucedan cosas, aunque de cuestione, dirá ¿para qué a mí?, y saldrá adelante.