Hoy yo cumplo cuatro años de edad. Quiero decir: cuatro años de nacer de nuevo, después del accidente cerebro vascular que por poco me manda al otro mundo, ocurrido al mediodía del miércoles 24 de marzo del 2010, una semana después de los premios de Acroarte. Pero cuando Dios me vio en el cielo me dijo: “Pero muchacho, ¿y qué tú haces aquí? No ha llegado tu hora todavía”, y me regresó al mundo de los vivos, y gracias a Él, estoy aquí… ¡En vivo!”. Muchas personas me dicen que debe ser un trago amargo pasar por esa prueba. Para ser sincero, no me arrepiento de vivir esta experiencia, aunque parezca increíble, pero es muy cierto. Ahora, aclaro, si yo tuviera la oportunidad de decidir, en ese instante, si me pasara o no el ACV, entonces mi reacción sería un ¡nooo! rotundo. Ya consumado el hecho, y analizado el caso, no me queda más remedio que vivir con alegría, agradecimiento y amor la experiencia de pasar por este trance, siempre mirando hacia adelante, ni un paso atrás, y lo que ha de ser, que sea.