La Soberana, mi madre doña Carmen, Dios le dé salud, siempre decía que no dejara echar por el suelo la reputación y la credibilidad, porque ambas constituyen el mejor tesoro que uno se puede llevar a la tumba.
Mi inteligente mamá, ni siquiera había nacido cuando el escritor y periodista Mark Twain dijo: la credibilidad es como la virginidad, una vez que se pierde ya no se recupera.
Hay muchas figuras públicas, entre cronistas de arte, locutores y comentaristas políticos, que tienen buena solvencia moral, dignidad y seriedad, pero hay muchos más a quienes esa virginidad a la se refiere Twain, se la comió un burro.
Más que hablar y escribir sobre déficit fiscal, también hay que hablar y escribir sobre déficit de credibilidad, principalmente en el periodismo de arte y espectáculo.
La mejor fortuna, el mejor tesoro que me llevaré al sepulcro es mi credibilidad, nada más, la cual ni la negocio, ni la alquilo ni la vendo.