POR AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
Desde la noche del pasado viernes 2 de junio, en West Gallery de Mayagüez-Puerto Rico, animada por su sensible y atenta anfitriona Alicia Martínez, se presenta una muestra de la obra pictórica reciente de Félix Bonilla Gerena. Este reencuentro nos ha permitido reconfirmar el hecho incontrastable de que su obra y su práctica creativa se constituyen en una de las expresiones mas legítimas y vitales del arte puertorriqueño contemporáneo.
Tal como ya hemos señalado, en sus mejores registros esta obra nos impacta, en primera instancia, por la eficacia rotunda de su vibrante paleta, por la calidad especializada de su factura y por la fulminante descarga evocadora de unos espacios pictóricos materializados como espléndidas ráfagas de la imaginación. Espacios excepcionales, poéticamente sombríos, grisáceos, fríos o encalados hasta un grado notable de sutileza plástica. Espacios lúdicos, llameantes y reactivos que celebran las reveladoras intensidades del paisaje, la existencia, el amor, la cotidianidad, el misterio del instante, la luz y la imaginación.
Luego de graduarse en la Escuela de Artes Plásticas del Instituto de Cultura Puertorriqueña (1992), donde tuvo como profesores a Fran Cervoni (1913-2001), Félix Rodríguez Báez, Manuel García Fonteboa, Julio Suárez y Haydee Landing, Bonilla Gerena decide profundizar su conocimiento de las técnicas, los medios, lenguajes y movimientos artísticos contemporáneos, iniciando su primer viaje de estudio por los Estados Unidos, Mexico y Venezuela.
Ya antes de presentar su primera exposición individual:-Hombre Universo, Museo Faro de Los Morillos, Arecibo, Puerto Rico (1997)-, Félix Bonilla Gerena había estado bastante activo exhibiendo su obra de manera colectiva en distintas galerías, museos e instituciones culturales de San Juan y otras ciudades de Puerto Rico. Así, desde finales de la década de los 80 hasta finales de los 90, el artista hiperactivo ejecutará una serie de pinturas de impacto formidable.
Si en la serie de La Bajura se intensificaba sensiblemente su explosiva y excitante paleta, aparte del notable nivel de síntesis estilística en la conceptualización del diseño, en las pinturas recientes de Bonilla Gerena registramos uno de los mayores grados de libertad expresiva con que se revitaliza la lírica abstractoexpresionista de la plástica actual puertorriqueña. Producida en una etapa crucial de su vida personal, la serie Sobre el Cuerpo del Delito conecta al artista con la tradición pictórica representativa. Tradición que, precisamente, durante más de siete siglos ha proclamado el tema del cuerpo femenino (y masculino) como imagen de la belleza absoluta dentro de una visión bastante extendida de la cultura visual occidental.
Entre las primeras obras importantes de esta serie figuran Desnudo IV y Desnudo V. El primero representa un desnudo femenino de belleza, calidad estética y libertad expresiva excepcionales. La encalada y traslúcida superficie pictórica se materializa como espacio semiótico sutilmente evocador. Lírico, sutil, inspirado y provocador en su arriesgada aventura cromática y en la transfiguración del desnudo sobre la prospectiva sublimada. Furtiva sustracción de la imagen de la femineidad como espejo del instante único, como signo irrebatible del erotismo. Franqueada nítidamente aparece la reactiva pariette di vetro. Ventana imaginaria del tiempo. Rescoldo de lo efímero. Chispa de los días de arena y resolana. Abrazadora luz del más delirante Reverón (1889-1954).
Sobre el Cuerpo del Delito es una serie donde la única obsesión de Bonilla Gerena parece consistir en la búsqueda insaciable por plasmar el cuerpo contrastado como teatro de las políticas reduccionistas de la sensibilidad posmoderna. Auténtica deconstrucción de una narrativa del simulacro existencial. Arqueología del maniqueísmo pervertido que toca a la sexualidad, la moral, la religión y el paroxismo cibernético.
Después de la celebración del sentido de la tierra, en el fondo, de lo que tratan estas pinturas es sobre la paradoja de los vínculos transparentes de la individualidad con la naturaleza, el poder, la sexualidad y el deseo. Con sus propias tensiones espirituales. Con los antiguos y nuevos ritos de la especie. Ritos mixtificados del deseo. Ritos del maravilloso proceso de polisíntesis geneticocultural que toca a la realidad latinoamericana en estos umbrales del tercer milenio. Ritos de las devastaciones ontológicas del Caribe contemporáneo. Ritos del fuego interior. Ritos de la antilogía. Ritos telúricos, sentimentales, fundadores, contradictorios, complementarios de la subjetividad y del Establishment_
Para el respetado crítico de arte y catedrático puertorriqueño William Taylor- Suderman Félix Bonilla es un pintor que abre una nueva dirección a los artistas puertorriqueños, incorporando el elemento lúdico en la pintura. Pretende elaborar una relación entre el juego y el placer, con alguien, o con algo, siempre buscando un conocimiento más ámplio, gracias a esta relación con el juego y un objeto educativo. Percibimos esta situación en las obras lúdicas de Bonilla, donde podemos aprender de una nueva percepción de la pintura y de su forma iconoclasta, a la vez que leemos una iconografía del mensaje irónico que quiere transmitir el artista. Bonilla hace, finalmente, una bajura, pero una bajura filosófica para ver que pasa entre nosotros y el bufón del rey, o el marinero con sus bromas y conflictos, que se llama el artista. Magritte y Duchamp tienen razón cuando dicen: Eso es una pintura; eso es arte.(1).
(1)William Taylor- Suderman
Nuevas Tendencias-primer encuentro,
Centro Cultural Carmen Sola de Pereyra, Ponce/ West Gallery, Mayagüez, Puerto Rico, 2002.