Un día cualquiera, que tengas unos minutos libres y que estés de buen humor, mírate al espejo y repite en voz alta, en susurro o simplemente en tu cabeza: Amo mi cabello. Este será el inicio de una maravillosa relación entre tú y un elemento hermoso que te complementa.
Pasa la mano por tu cabeza, aprecia la textura de tu pelo, describe en pocas palabras sus particularidades. ¿Como lo sientes? seco, suave, maltratado… Evalúa su condición y toma decisiones al respecto, y si no necesita ningún cuidado adicional, si está todo perfecto, entonces celébralo. Si no está en buen estado pide ayuda, toma medidas, corta, arregla, búscale solución, pero una solución que sea tuya, que te sea cómoda, que te haga sentir libre, no una atadura más que te tenga horas haciendo rutinas de belleza que no te interesan. De esta forma poco a poco te vas adueñando de algo que ya era tuyo, pero que pasó también a ser dominio de otras personas por razones que ahora mismo no son relevantes.
Este es un ejercicio que debemos hacer periódicamente, y así podremos saber el estado general de nuestro cabello, pero sobre todo, podremos comenzar a apreciar su belleza y a adueñarnos de ella, propiciando una relación saludable con nuestro ser completo, con ese yo que solo nosotras mismas conocemos muy bien.
¿Por qué hacemos esto? Porque hay muchas cosas en nuestro cuerpo de las cuales las mujeres debemos comenzar a apropiarnos y como mi parte crucial en esta historia comienza con empoderarnos de nuestro cabello, pues yo propongo comenzar de este modo, aunque pudieras simplemente modificar el ejercicio a tu gusto y decir por ejemplo: Amo mi cuerpo, mi nariz es hermosa, o cualquier otra cosa en ti con la que aun no hayas hecho las paces.