POR ROSARIO TIFA
El encaje es un tejido ornamental y transparente elaborado a mano o de forma industrial  que tiene la particularidad de reinar en todas las épocas y embellecer las prendas más variadas del gusto femenino.

Se distingue de los bordados sobre malla  o de cualquier tela transparente en que no exige un tejido previo. Elaborado especialmente en hilo de  seda y lino    ha recorrido un extenso camino de aceptación  por sus finas terminaciones y resistencia. 

 El creciente uso, según referencia, se remonta a los siglos XVI y XVII cuando fue utilizado para engalanar gorgueras, cuellos, vuelillos  en las bocamangas de piezas femeninas y masculinas así como cortinajes entre otras utilidades.

Las más finas prendas de vestir y lencerías son confeccionadas o tienen algún detalle importante de encaje en cualquier lugar, colocado estratégicamente para impresionar.

Con la modernidad este tejido ha visto empañado la pulcritud de su color blanco con unas degradaciones de tonos que marcan una lencería diferente con una gran aceptación en el mercado.

   Los encajes están presentes en los trajes de fiestas, gala y en demasía los de novia pasando hacia la ropa interior en muchos casos tan atrevida que despierta recónditos instintos masculinos. En algunos momentos en estas prendas se presentan con una sublimidad que espanta, en otros caen en una vulgaridad incontenible que desdice de la solemnidad con que fue concebido el tejido.

De todas maneras, el encaje continúa siendo uno de los tejidos favoritos cuando se habla  de texturas exquisitas, especialmente en las confecciones de prendas interiores, con las que las damas suelen lucir sensuales y atractivas a la hora de vestirlas.