La economía mundial está siendo impactada por una tormenta perfecta, aumento del petróleo y de los tipos de interés al mismo tiempo, lo que en toda parte reducirá el crecimiento económico y aumentara la inflación.
El barril del crudo WTI acumula una subida de 13.99 dólares desde enero, un aumento de 23.12%. La semana pasada subió hasta 74.49 dólares. Aunque no lo importamos lo usamos como referencia para fijar el precio semanal al consumidor de gasolina, gasoil y otros derivados.
Sin importar que el aumento de petróleo sea transitorio o permanente, la escalada se siente en el país. La experiencia nos dice que lo del petróleo es un juego de suma cero, cuando se deprecia se convierte en el principal viento de cola del crecimiento económico, y con el aumento sucede lo contrario.
Cuando se depreció en los años 2014-2016 acumulado nos ahorramos 2,026.6 millones de dólares, la mayor ganancia fue de 1,333.5 millones de dólares en 2015. Se debió interpretar si el ahorro era pasajero o estructural. Nuestro Banco Central lo vio correctamente, aprovechó para acumular reservas internacionales, el pasado viernes la bruta ascendían a 7,677.5 millones de dólares, 1,796 millones dólares más que en diciembre 2014. Por haber guardado para después la tasa de cambio se mantiene estable, no obstante la fuerte apreciación del petróleo y el dólar en el mercado internacional, a diferencia de lo que sucede en otros países.
Las familias procedieron diferente, gastaron la mayor renta disponible, interpretaron que el ahorro era permanente, estructural. Pensaron lo contrario cuando se encareció en 2017, la factura petrolera aumentó en 521.6 millones dólares, lo vieron como pasajero y redujeron «otros gastos» para pagar el combustible más caro. El ajuste en «otros gastos» contribuyó a que el crecimiento del PIB se ralentizara a 4.6% en 2017.
La previsión de este año es un precio medio de 49.20 dólares y por la rápida escalada podríamos terminar pagando 55 o 60 dólares, pudiendo ralentizar el crecimiento en 0.6% o 1,1% puntos dependiendo del precio, y cerrar en 5.9% o 5.4% en 2018. Para los cálculos usé el dato de que cuando el petróleo aumenta en 10%, al PIB resta un crecimiento entre 0.5% y 0.7%. Otros estudios aportan elasticidades diferentes.
Como los precios internos de los combustibles y de la energía eléctrica los administra el Gobierno, el de la energía subsidiado y en ocasiones los combustibles, en parte el aumento del petróleo lo absorbe el Presupuesto Público. Lo que se transfiere al consumidor explica entre 5% y 10% de los cambios de la inflación. Cuando se apreció en 2017 la inflación fue de 4.20%, dentro del rango meta de 4.0%±1.0%, aumentó 2.33 puntos respecto a la inflación media de 1.87% de los años (2014-2016) de precios bajos del petróleo
Aunque las predicciones suelen equivocarse, lo inteligente es asumir que la apreciación del petróleo llegó para quedarse, se habla de 80 dólares el barril por la incidencia de los siguientes factores: caída de la oferta por mayor tensión geopolítica en Oriente Medio; la menor oferta de Venezuela; los recortes estratégicos de países miembros de la OPEP; oscilaciones de inventario en los Estados Unidos y fortaleza del dólar estadounidense.