No hay tal encrucijada aunque uno pudiera inferir que síexiste cuando uno ve, por un lado el estrés en hombres de empresa de Estados Unidos ansiosos porque compañías de otros países sigan ocupando posiciones,a la vez que estos últimos están igualmente apurados por adelantarse al momento inminente en que lleguen los estadounidenses, paradójicamente bloqueados por medio siglo, precisamente, por su propio gobierno.
El problema es que mientras se van presentando decenas de propuestas de inversión a las instancias cubanas en el marco de una nueva ley de inversiones aprobada recientemente – que evidentemente les ha resultado atractiva a pesar de las limitaciones que todavía le ven en lo referente a la contratación de la mano de obra – y cientos de empresarios (as) buscan información, algunos análisis apesadumbrados parten de la creencia de que la economía cubana no está en capacidad de asimilar la nueva realidad económica.
Hace más de un mes en medios de prácticamente todo el mundo abundan reflexiones con todo tipo de percepción sobre lo que le viene a Cuba a partir de la nueva situación que se ha iniciado con los Estados Unidos: unos se sustentan en criterios bien ponderados, en un sentido o en otro, con razón o no; otros en especulaciones y un enorme imaginario y no faltan los que surgen de un proceso mental, queno dudo que en algunos casos sea verdaderamente espontáneo, en el que confunden deseos con realidad debido a que, lamentablemente, todavía, hay quienes se sentirían más felices si pudiesen ver un descalabro de la sociedad cubana más que el progreso de un proceso dentro del cual se vayan produciendo las reformas que sean pertinentes.
En los medios nacionales han surgido, además, preocupaciones sobre lo que puede llegar a representar para la República Dominicana una apertura que sin dudas significa un desafío pero no una amenaza. El turismo, lógicamente, es la principal preocupación. He leído trabajos de expertos que, bien conocedores del tema, lo colocan en su justa dimensión.
Creer, sinceramente o no, que el turismo cubano está en pañales es desconocer la realidad. La única gran limitante que enfrenta el desarrollo del turismo cubano hasta ahora es el acceso a los turistas estadounidenses producto de las restricciones de la ley norteamericana. El pasado año Cuba recibió algo más de 3 millones de turistas – de ellos un 6% norteamericanos en su mayoría en visita subrepticia – con una disponibilidad de 65 mil habitaciones hoteleras y otras 7 mil en instalaciones privadas. Considerando los proyectos en ejecución y programados, para el 2020 dispondrán de 85 mil habitaciones en hoteles.
No se puede desconocer que la calificación de la fuerza de trabajo cubana permite asimilar un fuerte proceso inversionista. Aún sin disponer de todas las herramientas de análisis para confirmar información la lógica hace pensar que si comentaristas solo invierten neuronas que recuperan de inmediato y los inversionistas capitales que si se equivocan perderían, debe ser porque estos están más cerca de la realidad.