El modelo de democracia norteamericano ha servido de inspiración a muchas repúblicas a la hora de diseñar sus propios sistemas políticos. En buena medida es la experiencia de América Latina. En la mayor parte del Caribe anglófono el modelo tomado es el llamado “Westminster” en referencia a la sede del Parlamento británico; sistema que se basa en una diferencia entre el Jefe de Estado – en el Reino Unido la Reina – y el jefe de gobierno que surge de quien lidera el partido con mayoría parlamentaria o que ha sido capaz de concertar una coalición con otras fuerzas partidarias que decidan apoyarlo.
En América Latina la mayor parte de las repúblicas son presidencialistas y el jefe de Estado se elige por el voto directo de la población y el mandato legislativo coincide generalmente con el del ejecutivo, con algunas excepciones. En Estados Unidos los representantes – diputados en nuestras naciones – son electos por dos años por lo que pasados dos años de la elección presidencial se somete en pleno la renovación de la Cámara lo cual vuelve a ocurrir dos años más tarde coincidiendo con la elección para presidente. El mandato constitucional de los senadores es por seis años renovándose cada dos años un tercio del mismo (el tercio que fue electo en noviembre de 2016 no se somete nuevamente al escrutinio hasta las elecciones de medio término de 2022). Generalmente la elección del presidente ejerce alguna influencia en el resultado global de esa elección por lo que suele ocurrir que inicia su mandato condominio de las cámaras legislativas. Igualmente es usual en que la elección de término medio el presidente pierda el control de una o ambas cámaras lo que analistas y políticos tienden a interpretar como una expresión de insatisfacción de los electores.
Con un presidente tan controversial y tendencia autoritaria la elección del 6 de noviembre – mañana – es considerada como crucial para el futuro político inmediato de la nación. Muchos consideran como muy probable que los demócratas lleguen a dominar la Cámara y no se descarta que puedan alzarse con el control del Senado, aunque es más complejo. Aún con el dominio que ejerce sobre el legislativo el presidente ha tenido dificultad para hacer pasar algunas decisiones por lo que con una oposición dominante en el Congreso puede quedar bloqueado y su temperamento puede llevar a una crisis constitucional dado el control que ha logrado en la Corte Suprema. Demócratas y republicanos incentivan que los jóvenes y las minorías – los primeros – salgan a votar en tanto el presidente y su partido buscan alentar a sus partidarios. La caravana de inmigrantes está siendo utilizada fuertemente por Trump y hasta especuló, al parecer sin base, sobre la posibilidad de un acuerdo inminente con China. No nos engañemos, con todo lo que está en juego un dominio legislativo por los demócratas puede poner en agenda un “impeachment”.