En cuanto a la inmediatez y sus peligros

En cuanto a la inmediatez y sus peligros

Creo haber escrito suficientes artículos en los cuales expreso mis temores acerca de las bondades de lo inmediato, de lo que no es resultado de un proceso, ya sea de indignación, de frustración, de ira, de cansancio, de esperanza o ambición.

Cuando sucede que mis inquietudes o disidencias aparecen compartidas por eminentes figuras, me tranquiliza saber que puedo pensar bien, con lógica alimentada de buena intención humanística.                       

Ya me sucedió con el honrado y brillante B. F. Skinner, quien reconoció que estaba equivocado  en cuanto a la magnitud de los resultados de una educación controlada  como en un laboratorio.  

Tuve el privilegio de comprobar, en Estados Unidos, varios resultados de esa “educación controlada”.

Un fracaso como ascensión humana.

En varias ocasiones tuve la dolorosa sensación de que gran parte de las personas sometidas a rígidos procesos conductistas que conocí, habían sido víctimas de una extraña operación quirúrgica que les había extirpado   buena parte de sus valoraciones humanas originarias.   

Un diluvio de vertiginosas informaciones técnicas, históricas, científicas hasta donde alcanza la ciencia, vienen a resultar en un desorden mental, capaz  de llevar  un desconcierto enorme a la mente humana, que no está estructurada para procesar esas velocidades informáticas.

Quienes son capaces de asimilar informaciones y conocimientos profundos, son seres que nacen poseyendo una misteriosa base perceptiva (con la cual la ciencia, astuta o respetuosamente no ha querido meterse).

En un valioso libro en el cual ilustres pensadores hacen reflexiones sobre nuestro tiempo, titulado “At Century End, Great Minds Reflect  on Our Times” (ALTI Publishing, 1995) posteriormente  publicada por McGraw-Hill Interamericana en México con el  título “Fin de Siglo”, el Editor Nathan P. Gardels refiere que el historiador y bibliotecario emérito del Congreso norteamericano Daniel J. Boorstin dice que esta obra   “Es un refugio del diluvio de trivialidades  en un mundo donde hay más datos que significados, más información que conocimiento”.

El ex presidente de Francia François Mitterand habló en un simposio de cuarenta intelectuales reunidos en la UNESCO para analizar ¿Qué le sucedió al desarrollo? Nathan Gardels, uno de los participantes, obtuvo permiso estatal para publicar las observaciones del presidente. Se preguntaba Mitterand: “¿Cómo es posible que aceptemos que millones de hombres, mujeres y niños de los países pobres del sur continúen muriendo ante nuestras cámaras de televisión? Si esas atroces escenas nos llevan a sentir compasión, ¡qué bueno! Pero últimamente nuestras reacciones con demasiada frecuencia han sido tan sólo caprichosas. Me temo que quienes vivimos en los países más ricos del Norte hemos pasado en los últimos años de sentir una desconcertada indiferencia a una indiferencia complacida” … “Las desigualdades  continúan creciendo a pesar de la afirmación de que el mercado global es la panacea para todos los males” (…) “Requerimos un contrato para el desarrollo”.

Los dominicanos no somos ricos, ni indiferentes desconcertados, pero poco a poco los más pudientes nos estamos tornando en “indiferentes complacidos” –por usar aquella frase de Mitterand.

Y debemos tener cuidado.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas