Encuentro con Amaury

Encuentro con Amaury

Cuando se vive en una sociedad que ha llegado a grado tan extremo de podredumbre moral, política, social, humana, conforta ver, por lo menos, el homenaje póstumo a los hombres y mujeres que lucharon y ofrendaron sus vidas combatiendo males lamentablemente no superados. El pasado lunes se cumplieron treinta y dos años de la muerte de Amaury Germán Aristy, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), Ulises Cerón Polanco y Virgilio Perdomo Pérez, en una cueva del kilómetro catorce de la antigua autopista Las Américas donde fueron enfrentados por la policía balaguerista. Este año, como ningún otro, fue mayoritaria la asistencia a las misas y ofrendas en las que sobraron testimonios de admiración a Amaury, destacando su valor, sensibilidad, entrega, devoción por los pobres.

En noviembre pasado los actos fueron en recordación de Manolo Tavárez Justo y la hazaña de Manaclas. Ahora le tocó a Amaury, aunque no se hizo un recorrido por la trágica gruta que recogió su sangre y la de sus compañeros. El ejemplar historial de Germán Aristy, sin embargo, aun está limitado al recuerdo de militantes, simpatizantes, familiares e intelectuales de la izquierda pues, pese a que se ha recogido en libros y reseñas de diarios, no ha trascendido como merece el perfil de su estatura digna, impoluta, aguerrida, como la definen quienes le conocieron y trataron, resaltando el hecho de sus orígenes acomodados, lo que agiganta el valor de sus actuaciones en favor de los desposeídos.

Tal vez nunca, como este año, se escribió tanto de sus desvelos e inquietudes por una sociedad humana, justa, incorruptible. Además del artículo de Hamlet Hermann, en HOY, muchos amigos de Internet se animaron a enaltecer su imagen. Miguel Paulino escribió desde La Florida una reveladora semblanza, invitando a los dominicanos a visitar el mausoleo, en el cementero de la Máximo Gómez, “con una enorme tarja gris que reza: “Lo que importa no es el número de armas en las manos, sino el número de estrellas en la frente”.

Rafael Rivas premia a los cibernautas con un interesante “Encuentro con Amaury Germán Aristy y sus compañeros”, que deberían leer todas las generaciones a las que duele esta desventurada Patria. Concluyeron el autor y los revolucionarios en que “nunca se había visto nuestra nación atravesar una crisis económica como la existente hoy, prácticamente en ruinas”, y analizando la situación de los partidos tradicionales, “expresó Amaury: “Tanto ayer como hoy, ahí no hay nada que buscar, con la ventaja de que ustedes pueden ver de manera fehaciente y con más pruebas, lo que nosotros previmos hace treinta y dos años”.

Recientemente, quien más ha abundado en torno al comportamiento edificante de Amaury, tanto en su vida pública como personal, es Ángela Hernández, en su novela Charamicos. (Aunque no lo identifica, el lector adivina, por los hechos narrados, que se trata de Amaury. Ella, además, cita por su nombre a doña Manuela, la aguerrida madre del líder).

El lunes se llenó la iglesia de feligreses que han seguido el ejemplo, la firmeza, la dignidad de Amaury, a pesar del chantaje y la extorsión, resistiendo la tentación de caer en corrupción, venciendo la atracción que provoca el hacerse rico sin esfuerzo renunciando a los ideales y la integridad de otros años. No había en el estacionamiento abundancia de yipetas, inclusive, muchos andaban a pie o llegaron en conchitos. Tanto como la conmemoración de un aniversario, fue una patética demostración de esperanza.

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