Encuentro de confraternidad

<p>Encuentro de confraternidad</p>

La embajada de Israel celebró un encuentro por la confraternidad judía católica.

POR CAROLIN GUZMÁN
Como una forma de reafirmar su hermandad y el fortalecimiento de los lazos de amistad con la religión católica, la embajada de Israel y el Centro Israelita en República Dominicana celebraron el 41 aniversario de la promulgación de la Encíclica “Nostra Aetate”, con una recepción y concierto en la sala Eduardo Brito del Teatro Nacional.

La Encíclica “Nostra Aetate” es una declaración emitida por el Concilio Vaticano II en el año 1965, la cual dio paso a las relaciones de la Iglesia Católica con las religiones no cristianas, cambiando radicalmente la postura del mundo católico con el judaísmo.

Los invitados al encuentro de confraternidad fueron recibidos por Yoav Bar-On, embajador de Israel, y parte del equipo organizador del evento que en un gesto de cortesía entregaban una rosa a las damas asistentes al concierto.

Bar-On al referirse al valor que tiene la Encíclica para ambas religiones, recordó la importancia del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre el Vaticano y el Estado de Israel y de la histórica visita del papa Juan Pablo II a Tierra Santa durante el año 2000. “El pueblo judío nunca olvidará ese acercamiento sincero y espiritual del Papa Juan Pablo II, siempre recordaremos a aquel Papa en Yad Vashem, el memorial del holocausto, llorando en solidaridad con el sufrimiento judío”.

El acto estuvo encabezado, además, por el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, quien expresó que ambas comunidades de fe mantienen excelentes relaciones de amor e igualdad.

En el marco de la actividad le fue entregada una placa de reconocimiento al cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, por los 25 años de su arzobispado y un álbum con sellos conmemorativos de la visita del papa Juan Pablo II a Israel.

El encuentro estuvo amenizado por la Orquesta Sinfónica Nacional que dirige el maestro Dante Cucurullo, el Coro Nacional a cargo del maestro José Enrique Espín y la violonchelista Milena Zivkovic.

Luego de finalizado el concierto fue ofrecido un vino de honor a los invitados.

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