El concepto “institución” tiene origen simultáneo al género humano, de hecho, la familia misma es la más antigua de todas las instituciones. Éstas siempre estarán integradas por personas, que a su vez deberán ser sujetos y objetos de las mismas. Esta condición antropológica de las instituciones, las hace imperfectas, pues lo perfecto no pertenece al plano terrenal sino más bien es propiedad exclusiva de lo divino.
Es por esta misma razón que se establece un marco normativo que regule la operatividad y relaciones internas y externas de las instituciones. Con estas normas, que podemos llamar leyes (sustantivas o adjetivas), decretos, reglamentos, resoluciones, estatutos, etc., se procura salvaguardar el interés colectivo institucional por encima de los comprensibles apetitos individuales de los miembros o sectores que integran el cuerpo organizacional.
Uno de los autores que admiro, el norteamericano Stephen Covey, sentenció responsablemente que “si la conciencia no gobierna la visión, la disciplina y la pasión, el liderazgo no perdura y tampoco perduran las instituciones creadas por él”. Nada más oportuno que esta expresión para el momento histórico que vive el Partido de la Liberación Dominicana.
De cara a la esperada reunión del comité político del PLD programada para el domingo 19 de abril, debe gobernar la “conciencia” del colectivo nacional, de ahí el llamado a que figuras peledeístas, investidos con aquello que los romanos definían como “auctoritas”, a decir, la cualidad por la cual una persona se hace merecedora del respecto de los que la rodean, accionen para que el presidente Danilo Medina y el anterior presidente de la República y actual presidente del PLD se reúnan antes del anunciado encuentro del organismo.