Encuentros. Después de la lluvia

Encuentros. Después de la lluvia

El libro
Todavía piensas que leer es aburrido.
Todavía crees que leer no sirve para nada.
No intento convencerte (…) pero quiero que me escuches un momento.
Leer es la experiencia más maravillosa y divertida que existe. ¿Cómo nos hubiéramos enterado de todo lo que ha pasado antes de nosotros si no fuera por la lectura?
Leer fortalece nuestra mente, enaltece nuestro espíritu, además cosas interesantísimas que quizás ni siquiera has evaluado, te explico. (…)
El libro es un dispositivo de conocimiento perenne.
El libro no necesita cables, baterías ni circuitos eléctricos, por lo que lo puedes usar donde quieras, es compacto y portátil.
No necesita recargarse, por lo que puede usarse todo el tiempo que quiera, nunca necesita ser reiniciado, lo abres y disfrutas de sus ventajas.
Todo esto tiene un libro.
El libro es sin dudas la mejor herramienta que se ha creado, y la lectura la actividad que emociona, enseña, nos ayuda a viajar a otros lugares y a otras épocas, así que lee porque en cada libro hay un mundo por conocer, una experiencia por coleccionar.
Así que te invito a leer, a experimentar algo nuevo, a ver con tus propios ojos mundos diferentes al cual vives.
Leer es una simple acción, no cuesta nada, es tan sencillo hacerlo y es tan grande el conocimiento que te deja.
Malenia Blanco, Curso 2do MB (antiguo 8vo grado)

Pasaron las lluvias, llegaron otras más, y el dolor sigue presente en las casas destruidas, en los desalojados de todo y sobre todo de la vida. El cielo nos castiga porque hemos apaleado la tierra de forma inmisericorde.
Encerrada en mi hogar porque mis débiles pulmones no resisten tanta humedad, contemplaba inerte e impotente los torrenciales aguaceros, el llanto desesperado de la tierra maltratada. Y en medio de mi inercia impuesta, pensaba en aquellos que no podían guarecerse, y veían desaparecer lo poco que tenían.
Una mañana recibí una invitación del plantel donde pasé toda mi adolescencia. La Dirección del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, quería dedicarme el acto de cierre de su Feria Anual del Libro. Era un honor que me llenaba de orgullo. Pero las lluvias se ensañaron en seguir. No pude asistir. Le pedí a mi hermana Suk Lang que me representara. Le escribí unas palabras para que las leyera en el acto. Ese viernes 28 de abril, mi corazón estaba roto, triste y vacío.
La mañana del 5 de mayo pude llegar a Santiago. El viento y las lluvias se detuvieron en un especial oasis para que pudiera llegar a mi amado colegio. Me acompañó Rafael. Al entrar, vi el mismo piso, los mismos pasillos, las mismas columnas inmensas de inspiración griega, la escalera que llevaba a la dirección, la capilla con sus vitrales azulados que tanto me acompañaron en momentos de congoja, preocupaciones y ansiedades de adolescente inquieta. Al llegar, nos acompañaron hasta el salón. Ahí estaban los chicos de dos cursos, pues los demás tenían otras actividades. Me habían pedido que pronunciara algunas palabras:
“Buenos días estoy feliz de volver a este colegio que acogió a una adolescente impulsiva e inquieta.
Aquí decidí ser maestra, cuando me involucré en el proyecto social del colegio: patrocinar una escuela de alfabetización que luego se convirtió en una escuela primaria que llegaba hasta cuarto grado. Desde entonces soy maestra y no he dejado nunca las aulas.
Aquí decidí que también la escritura sería mi razón de vida. Gracias a la directora Sor Paulina Estrella Sadhalá, que supo canalizar mi energía, me motivó para que hiciera un periódico estudiantil. Acogí la idea y de inmediato nos pusimos a trabajar. Nació “Inquietudes” un periódico mensual que recogía las noticias del colegio y se publicaban las reflexiones de algunos de sus estudiantes. Conservo algunos ejemplares y se me enternece el alma.
Mis hijos, aquí presentes, amen lo que decidan hacer”.
Uno de los momentos más lindos del acto, fue la presencia de Sor Lourdes Pantaleón, una ancianita ya, que recuerda a las hermanas Sang Ben con profundo cariño, y no quiso perderse mi presencia en el viejo colegio. Y después haber sido testigo del esmero de los jóvenes, adolescentes que apenas han traspasado la libertad. Comenzó Malenia quien leyó con propiedad unas palabras sobre la virtud de leer, y que escribió desde su joven corazón. Al principio su voz se notaba nerviosa, pero después siguió declamando con seguridad. Después otra joven poseedora de una hermosa voz cantó “Aleluya”, autoría de Leonard Cohen. Ahí terminó el acto. Entonces le pedí a Rafael que me acompañara a hacer un recorrido por las edificaciones.
Al salir del colegio, el sol nos saludaba. La lluvia nos dejó gozar del momento. Aunque, según Meteorología, el cielo volvería a cubrirse de nubes, azotar de nuevo los campos, para que los sembradíos se hastíen del agua. Para que la lluvia cubra de nuevo los hogares pobres; para que las calles de esta ciudad se conviertan en canales para que los vehículos, convertidos en góndolas, naveguen por las calles.
Y así, con esa sensación de agridulce, nos fuimos a almorzar, con la alegría de que a esta altura de la vida puedas ayudar a los que se inician a definir el camino de sus vidas. Un día lleno de actividades y emociones. Un encuentro que te renueva la esperanza y la fe en un futuro mejor. Un encuentro para olvidar, aunque sea por un instante, los males sociales, las palabras absurdas de algunos políticos que solo saben acusar, menospreciar al otro que no comparte sus ideas, porque solo sabe ladrar, nunca reflexionar, mucho menos proponer.
Gracias al Colegio Sagrado Corazón de Jesús por haber sido mi guía en esos duros momentos de adolescente rebelde llena de energía. Gracias le doy a Sor María Teresa, Sor Lourdes, Sor Milagros y Sor Paulina, porque me acompañaron, me ayudaron y me convirtieron en lo que soy: una mujer feliz porque ama profundamente lo que decidió ser y hacer.

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