Hoy 
Soy mujer
más de la mitad
de la humanidad,
del dolor,
la alegría y la procreación.
Reconozco que
Tengo derecho a dar
Y recibir más de la
Mitad del amor, la sensibilidad
Y la comprensión.
Más de la mitad
De mis razones
Deberán ser tomadas
En cuenta al momento
De arreglar o descomponer
La vida,
Porque te aporto
Más de la mitad
De la paz a la gestión
De la guerra.
Soy más de la
Mitad de la belleza
Y mis sentimientos
Y estimación por los demás
Es la vida,
En momentos de grandes
Decisiones
He contribuido junto a ti
En los valores que componen
Y dan razón de ser a la existencia.
Has de compartir
Conmigo más de la mitad
Del quehacer cotidiano,
Del humo y el hollín,
La pobreza y la enfermedad de los hijos.
Entonces
No será difícil
Compartir contigo
Más de la mitad
De mi dulzura
Y mi amor por ti.
Kénida Melo, Currículo vitae.
Como otras mujeres, elevo mi voz de protesta e indignación por aquellas NO-Mujeres que han aprendido el arte de la vulgar seducción para alcanzar sus objetivos. ¡Pobres! Me apenan, me avergüenzan y me lastiman. He dicho otras veces, sus triunfos son, definitivamente, nuestras más grandes derrotas. Como constituyen terribles reveses los casos de violencia en contra de cientos de mujeres que son y han sido víctimas de violencia doméstica. Su llanto, su tragedia y su dolor deben servirnos de motivación para seguir luchando.
Cuando veo esas mujeres-espectáculo, que miden el éxito en función de los atributos físicos que pueden mostrar, pienso tantas cosas. ¿Podré yo defender su causa porque pertenecen a mi género? ¿Forman esas mujeres (¿mujeres?) parte de mi género? ¿Acaso el estrellato alcanzado a base de dinero y la venta de su propio cuerpo a cambio de status y bienes materiales forman parte de nuestra lucha? ¿Es que la exhibición de senos ayudados de siliconas, vientres configurados con bisturí, pelos con extensiones fabricadas y colores de agua oxigenada, rostros cubiertos de espesas capas de maquillaje para ocultar su verdadera identidad, forman parte de la lucha de las mujeres? ¿Saben ellas cuántas mujeres han luchado por ganar a base de arduo trabajo un espacio social? ¿Acaso despertar el morbo de los hombres es parte de la estrategia de ganar presencia pública y fama temporal? ¿Sabrán esas mujeres que la belleza es efímera, que el tiempo se encarga de sacar a la luz nuestra verdadera realidad, nuestros defectos físicos?
A veces me lamento de ver mujeres jóvenes llevarse de esos cánones desfigurados de la lucha femenina. Niñas que imitan y quieren ser esas mujeres. ¡Qué lástima! Tal vez sea nuestra propia sociedad la culpable. ¿Acaso no son ellas, las mujeres que venden sus cuerpos y sus rostros al mejor postor las que dominan los medios? ¿Por qué las mujeres que libran luchas cotidianas no pueden obtener esa difusión? ¡No! El morbo, el cuerpo como mercancía es lo que vende en esta sociedad vacía, hipócrita que se alimenta de la apariencia.
No puedo callar tampoco porque la prensa, buscando el impacto de sus noticias, se hace cómplice. Se convierte en vehículo difusor del hedonismo sin límites, del culto a la belleza fabricada, de la mujer- mercancía. Y buscando sus noticias para impactar con informaciones hilarantes, reproducen esta cultura machista, que segrega a la mujer y la coloca en la vil posición de objeto deseado. Posición que tantas mujeres han luchado por superar. ¡Maldita seas vanidad sin límites!
Al escribir todo esto, me sorprendo de hacerlo. Quizás esté yo haciendo lo que ellas buscan. Pero como mujer no puedo permitir que un grupo de seres humanos, que dicen ser mujeres, manchen la imagen de las verdaderas mujeres que han trabajado tan duro por abrirnos el espacio social.
Pero también existen otras NO-MUJERES. Sí, las que asumen el rol de los hombres para triunfar. Las que se someten a las reglas de la sociedad masculinamente machista, aceptan su juego, se someten a él, se despersonalizan, se alienan y olvidan que son mujeres. Lo siento por ellas.
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