Encuentros
Frustraciones y esperanzas

<STRONG>Encuentros<BR></STRONG>Frustraciones y esperanzas

Todo tiene su tiempo 

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

Tiempo de nacer, y tiempo de morir;

tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;

tiempo de matar, y tiempo de curar;

tiempo de destruir, y tiempo de edificar;

tiempo de llorar, y tiempo de reír;

tiempo de endechar, y tiempo de bailar;

tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras;

tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;

tiempo de buscar, y tiempo de perder;

tiempo de guardar, y tiempo de desechar;

tiempo de romper, y tiempo de coser;

 tiempo de callar, y tiempo de hablar;

tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en que se afana?

Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.

Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.

Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida;

y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.

He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.

Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.

Eclesiastés, Capítulo 3.

Conozco a Ligia Amada Melo de Cardona hace más de 25 años. Iniciaba mis labores docentes y ella era ya una reconocida educadora. Desde entonces hemos establecido una sólida relación basada en el respeto.  A pesar de los años no ha cambiado.  Las mieles del poder no han variado su forma de ser. Sigue siendo la maestra. La mujer de lenguaje llano y directo.  

Desde que inicié la columna Encuentros, hace más de una década, ha sido una fiel lectora de mis reflexiones. Cuando nos encontramos siempre me habla del contenido de los artículos. Hace unos días volvimos a encontrarnos.  No bien me saludó cuando me dijo: “Parece que estás en baja.  Tú no puedes darte el lujo de ponerte así. Hay mucha gente que te lee y te sigue. No, tienes que ser más positiva. Tienes que hablar de esperanza…”  Acostumbrada a sus comentarios, solo sonreí.  Después le dije. “Ligia, soy una mujer optimista, pero la realidad está matando mi optimismo a latigazos”.   Días después nos vimos en la graduación de la PUCMM. Frente a dos colegas y amigas, Sarah González y Dulce Rodríguez, volvió a repetir el comentario.  Sonreí  de nuevo.  No le dije nada, pero decidí contestar.

Decidí ser maestra hace más de 30 años, porque creo en el futuro y en la juventud. Como dice Savater, para amar la educación hay que ser optimista por antonomasia.  La pasión por los cambios de la sociedad debe ser la esencia de la enseñanza.  Sin embargo, la transformación social requiere una alta dosis de optimismo y de insatisfacción.  Es justamente el conformismo, la aceptación pasiva de la realidad, el peor mal que puede tener una sociedad.  Los ejemplos sobran.

Los grandes héroes de la historia son los ejemplos más fehacientes. Duarte no hubiese podido crear la Trinitaria si no estuviera inconforme con el estado de cosas que vivía el país en su época: la dominación haitiana.  Si no hubiese sido optimista,  no hubiese soñado con una República Dominicana, libre, independiente y soberana.  Gracias a Dios que los jóvenes de la dictadura de Trujillo decidieron ser inconformes con la opresión y el poder omnipresente del dictador. Gracias a la inconformidad,  a la rabia nacida de la opresión, ofrendaron sus vidas a favor de la democracia.  Por ser inconformes, valientes y optimistas, lucharon y nos legaron  la libertad que hoy disfrutamos. 

La historia universal también nos ha mostrado que los hombres y mujeres inconformes con el tiempo heredado, han provocado las transformaciones, construyendo un legado que no podemos ni debemos olvidar.  Gracias a los inconformes del poder absolutista de los Luises, Francia se rebeló y nos legó la Revolución Francesa.  Gracias a los duros críticos del poder absoluto de Hitler, el mundo entero se unió y provocó su caída. 

¿Qué decirte Ligia?  Soy una mujer que ama la educación. Pero soy una mujer de este tiempo, que está profundamente inconforme con el derrotero de las cosas.  Después de reflexionar sobre tus observaciones críticas, afirmo cada vez más convencida lo que he planteado otras veces: el papel intelectual debe ser un referente crítico-ético de la sociedad. 

La defensa de la ética, de la institucionalidad democrática, el progreso económico y social y la justicia y la paz son y seguirán siendo valores y principios, hitos e ideales imperecederos. La esperanza es un ejercicio cotidiano que nace a partir de dos opciones complementarias: la opción crítica con el presente y la soñadora del futuro.  Realismo soñador es la clave para seguir adelante.  ¡A soñar sin deslumbrarnos! ¡A mantener la esperanza sin dejar de ser críticos! ¡A decir lo que pensamos, sin dejar de ser respetuoso con el poder, pero nunca arrodillarse ante él! 

Gracias Ligia por tu amistad, Gracias por leerme y por criticarme.

mu-kiensang@pucnm.edu.do

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