Encuentros
Una sociedad para el espectáculo

<STRONG>Encuentros<BR></STRONG>Una sociedad para el espectáculo

El espectáculo señala el momento en que la mercancía ha alcanzado la ocupación total de la vida social. La relación con la mercancía no sólo es visible, sino que es lo único visible: el mundo que se ve es su mundo. La producción económica moderna extiende su dictadura extensiva e intensivamente. Su reinado ya está presente a través de algunas mercancías-vedettes en los lugares menos industrializados, en tanto que dominación imperialista de las zonas que encabezan el desarrollo de la productividad.

En estas zonas avanzadas el espacio social es invadido por una superposición continua de capas geológicas de mercancías. En este punto de la «segunda revolución industrial» el consumo alienado se convierte para las masas en un deber añadido a la producción alienada. Todo el trabajo vendido de una sociedad se transforma globalmente en mercancía total cuyo ciclo debe proseguirse. Para ello es necesario que esta mercancía total retorne fragmentariamente al individuo fragmentado, absolutamente separado de las fuerzas productivas que operan como un conjunto. Es aquí por consiguiente donde la ciencia especializada de la dominación debe especializarse a su vez: se fragmenta en sociología, psicotecnia, cibernética, semiología, etc., vigilando la autorregulación de todos los niveles del proceso.

La sociedad del espectáculo, Guy Debord (1967) http://www.sindominio.net/ash/espect2.htm

Mientras en Salcedo  y otras ciudades del Cibao se desarrollaba una violenta huelga; mientras los enfrentamientos entre la policía y los huelguistas se hacían cada vez más violentos; una gran mayoría de la población estaba a la expectativa de los premios Casandra.  El miércoles 25 de marzo, la prensa nacional anunciaba los ganadores de los premios y mostraba fotos de los contestatarios del poder disparando a las fuerzas del orden público con armas caseras.  ¡La sociedad del espectáculo!

Creo que nuestra sociedad ha perdido la capacidad de asombro. La realidad supera la ficción y el espectáculo macondiano de cada día nos ha impuesto, nos ha obligado a ver los hechos sin espantarnos. Quizás la imperiosa tarea de sobrevivir, nos ha vuelto insensibles.  Las muertes violentas de mujeres víctimas de verdugos sexuales ya no interesan. Son tantas y tan comunes que no escuchamos el grito desesperado cuando son golpeadas y ultrajadas.  Los niños que mueren por diarreas incontenibles porque el agua es un foco de infección, ya no nos duele.  La agonía de sus gritos y la impotencia de sus madres, solo es parte de un espectáculo de horror que ya no nos conmueve.  Y, para evadir, para alienarnos, para olvidar por un instante los problemas cotidianos, disfrutamos de la caricatura hollywodense en que se ha convertido el Casandra.

El horrible traje que costó casi un millón de pesos preocupa más y mueve mucho más la curiosidad, que los harapos de los mendigos que pululan por las calles.  El peinado desafortunado de la diva de pacotilla, es más relevante que los reclamos sociales de los diferentes sectores. El traje de mal gusto de color anaranjado que utilizó el bachatero es objeto de mayores comentarios que la madre que reclama justicia por su hijo asesinado en un dudoso intercambio de disparos. El premio otorgado, pero no ganado, del farandulero santiagués fue objeto de grandes titulares, mientras que un esfuerzo colectivo de un grupo de educadores cívicos por construir una ciudadanía consciente y responsable fue una noticia desapercibida en un recuadro inferior de una página central.

La buenas noticias solo aparecen en la prensa local, para hacer artículos voluminosos, con fotos espectaculares de los privilegiados o populares del momento.  El trabajo silencioso de la gente comprometida con el futuro, apenas es difundido.  Porque no es noticia trabajar ardua, comprometida y tesoneramente por la educación del pueblo. Porque no es noticia enseñar a las jóvenes generaciones sus deberes y derechos ciudadanos.  Porque no es noticia inculcar a la niñez la responsabilidad social y personal.  Como tampoco es noticia los miles de seres que viven honradamente de su trabajo sin estridencias y sin aspiraciones mundanas…

Los pobres son objeto de reportajes cuando se matan a machetazos en una disputa marital. Aparecen en la radio y la TV cuando sus físicos son fenómenos de circo.  Importa más si el noviazgo de la diva con el productor tendrá una larga duración. 

Vende más la diva que se coloca senos postizos y los exhibe sin ningún pudor.  Vende más los comentarios fuera de tono de la vieja música que se hace pasar por joven, utilizando prendas desafortunadas, uñas postizas y un maquillaje de mortaja.

Esta sociedad se ha convertido en una farsa.  Importa más el espectáculo.  Importa más lo que se vende, porque todo, absolutamente todo se ha convertido en una mercancía con valor de uso y valor de cambio. 

No quiero significar, en modo alguno, que la premiación del Casandra sea negativa.  Todo lo contrario. Creo que las sociedades necesitan reconocer el esfuerzo y el talento. ¡Mal podría yo decir cuando en el 2005 obtuve uno por la obra ¡Yo Soy Minerva!!  Mi sentimiento encontrado es por el espectáculo en que se ha convertido.  A veces pienso que la Alfombra Roja es más importante que la premiación misma. No es un contrasentido??? 

Estas palabras son solo un llamado a la reflexión.  Ojalá alguien me escuchara. En caso contrario, seguiré batallando en contra del espectáculo burlesco de esta sociedad que ha desarrollado y defendido sustentarse en ¡tantas mentiras! Y ¡tantas falsedades!. 

El espectáculo es la otra cara del dinero: el equivalente general abstracto de todas las mercancías. Pero si el dinero ha dominado la sociedad como representación de la equivalencia central, es decir, del carácter intercambiable de bienes múltiples cuyo uso seguía siendo incomparable, el espectáculo es su complemento moderno desarrollado donde la totalidad del mundo mercantil aparece en bloque, como una equivalencia general a cuanto el conjunto de la sociedad pueda ser o hacer. El espectáculo es el dinero que solamente se contempla porque en él la totalidad del uso ya se ha intercambiado con la totalidad de la representación abstracta. El espectáculo no es sólo el servidor del pseudo-uso, él es ya en sí mismo el seudo-uso de la vida. La sociedad del espectáculo, Guy Debord (1967) http://www.sindominio.net/ash/espect2.htm

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