Una reciente Encuesta realizada por la prestigiosa Universidad de Stamford, según reporte técnico del célebre MIT de Massachusetts; de 3330 casos, en Santa Clara, California; indica que la mortalidad que parece en los reportes ordinarios, y que en este país está por debajo de un 5% de los “casos reportados”, es por lo menos 50 más baja que eso. La tasa o proporción de muertos por cada mil infectados es de menos de uno por cada 200; en nuestro país, actualmente, han fallecido cerca de uno cada 50 mil dominicanos. Consideremos que ya hoy, imprudencia aparte, los dominicanos sabemos mejor como debemos cuidarnos.
Explica el Estudio, que se observó que muchísimas personas infectadas ni siquiera se percatan de ello.
Por otra parte, en lo que a nuestro país respecta, economistas acuciosos y mucha gente sensata entiende que ya es hora de regresar a trabajar, aunque haya un precio que pagar.
Existe suficiente acuerdo entre sectores de la sociedad y la economía de que el plan de normalización de nuestras vidas, debe ser gradual y metódico. Y no hay duda de que durante estos casi dos meses de reclusión relativa, hemos tenido acceso a todos los medios y remedios del mundo, en cuanto a los riesgos y formas de proceder dentro y fuera de casa. Estamos, pues, bastante instruidos de cómo proceder en las filas, en las calles, en los lugares abiertos y en los cerrados. Y si el pánico no ha cundido en la población, es gracias, en buena medida, a algunas buenas resoluciones económicas, sanitarias y de seguridad dispuestas por el Gobierno.
Pero la gente, necesita regresar a trabajar, porque encuevados, solo sobreviven ciertas especies, y solo por algún tiempo.
Es conveniente y necesario que la población retorne a sus puestos, siguiendo una serie de reglas, métodos y procedimientos; horarios y zonificaciones, y cuantas normativas se requieran para recuperar de modo gradual nuestras vidas antes del Covid 19. Empezando por actividades y las áreas estratégicas y de mayor capacidad de control, como la banca, zonas francas, la minera y la farmacéutica y la agroindustria. Manteniendo temporalmente cerradas o aplazadas, las actividades de menor urgencia estratégica, hasta que pasemos las primeras etapas del aprendizaje.
Hay muchas medidas prudenciales que deberán ponerse a prueba. Por ejemplo, para “aperturar”, muchos negocios deberán previamente demostrar su capacidad para cumplir criterios y reglas básicas, en base a puntajes de seguridad y salud, de necesidad y de urgencia.
En fin, que si los coronavirus están aquí para quedarse, es imperativo aprender a convivir con ellos. Y Jamás dejar de producir y de cumplir con nuestros deberes cívicos y constitucionales, como por ejemplo, ir a votar en las próximas elecciones presidenciales y congresuales. No hacerlo en regla y a su debido tiempo, tendría, sin duda, consecuencias peores que la actual pandemia.
Vale la pena también enfatizar, la necesidad de que las medidas que tomen en lo adelante las autoridades deberán contar con el consenso de los principales sectores representativos del país.