Encuesta Vs. referéndum

Encuesta Vs. referéndum

LEANDRO GUZMÁN
La reciente encuesta Gallup-HOY arrojó unos resultados que merecen un comentario.Ese sondeo de opinión, entre otras cosas, determinó que la construcción del denominado Metro de Santo Domingo ha dividido a los dominicanos, pues mientras un 50 por ciento de los encuestados dijo apoyarlo, otro 50 por ciento expresó su oposición a ese proyecto.

Hay que admitir que cualquier Gobierno tiene legítimo derecho a iniciar obras con fondos propios, pues si utiliza recursos extranjeros, sean préstamos o donaciones, tiene que ser aprobado por el Congreso Nacional. En el presente caso, uno puede pensar que una vez iniciado el Metro y celebradas las elecciones congresuales y municipales, la continuación y terminación de la obra dependería de los resultados de las votaciones. Si el Gobierno logra cierta mayoría en el Congreso, posiblemente le sería más fácil lograr que se aprueben nuevos préstamos para continuar el Metro. Pero, en el caso de que no sea así, se puede apostar peso a morisqueta que la papa caliente se la dejarán al próximo Gobierno, que se verá precisado a continuarla luego de haberse gastado tanto dinero de los fondos públicos.

Casi todo el mundo en el país sabe lo costosas que son este tipo de encuestas, que siempre generan controversias dependiendo del interés político de cada quien.

Esa situación podría resolverse si en la República Dominicana se modificara la Constitución para establecer el referéndum y el plebiscito, mediante el cual el pueblo podría expresase contundentemente sobre asuntos de interés público, como es el caso del Metro y de la propuesta Isla Artificial a la que se oponen amplios sectores de opinión pública, como se demostró durante las vistas públicas celebradas en el Congreso Nacional y con la pacífica pero masiva demostración celebrada recientemente en el malecón de Santo Domingo, por cuya defensa se pronunciaron cientos de ciudadanos.

No es que se trate de restar valor a una encuesta, pero no es verdad que una muestra de 1,200 personas sea representativa de la opinión de todos los ciudadanos, en este caso representados por unos cuatro millones de potenciales votantes.

En cambio, un plebiscito o un referéndum si es una verdadera muestra representativa, pues a través de esos mecanismos el pueblo en conjunto puede expresar lo que realmente opina sobre determinado tema. En derecho constitucional, el plebiscito es el procedimiento que le permite a un político en el poder solicitarle al conjunto de los ciudadanos que le manifiesten su confianza con sus votos.El referéndum, por su parte, es la votación que realizan todos los ciudadanos para aprobar o rechazar una medida propuesta por los poderes públicos.

Este sería el procedimiento más aplicable al Metro, la Isla Artificial o la cesión prácticamente graciosa de puerto de Sans Soucí.

Pero resulta que en nuestro país, cada vez que se modifica la Constitución, es para adaptarla a determinados intereses políticos del momento, sin que se piense en el futuro de la sociedad en su conjunto.

La democracia nunca será transparente en la República Dominicana mientras el pueblo dependa del capricho de legisladores y demás políticos, que se hacen los suecos cuando se trata de la defensa del interés colectivo.

Es por eso que a cada momento las autoridades incurren en contradicciones garrafales, como ahora ocurre con el trayecto del famoso Metro.

Se había dicho, sin que alguien del Gobierno lo desmintiera, que había que derribar varias viviendas del sector El vergel, lo que puso a sus residentes con el grito al cielo. Sin embargo, ahora resulta que el secretario de Obras Públicas dice que El Vergel no será afectado, pidiéndole a sus moradores que se mantengan “tranquilos”.

¿Se consultó a los habitantes de El Vergel cuando se hizo el anuncio de que sus casas serían afectadas? Nunca.

¿Quién consultó al pueblo cuando se vendieron los terrenos de Sans Soucí, o se firmó el contrato sobre la Isla Artificial o se iniciaron los trabajos del Metro? Nadie.

Esas cosas no formaron parte de las promesas de campaña que llevaron al presidente Fernández al Poder. Es decir, surgieron sobre la marcha o pudieron formar parte de un programa que no se le presentó a la opinión pública, razón por la cual resultaron sorpresivas.

Hay que insistir en la necesidad de establecer el referéndum y el plebiscito en la Constitución, aparte de eliminar el célebre artículo 55 que prácticamente otorga poderes faraónicos al gobernante de turno, un poco parecidos el viejo artículo 210 que otorgó poderes al general Pedro Santana para hacer y deshacer a su antojo.

Mientras eso no se haga, seguiremos de sorpresa en sorpresa, con una democracia fallida, por más que se hable de avances tecnológicos y otras lindezas que nos impone la llamada globalización.

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