Si algo están probando las dificultades que enfrenta el PLD para escoger el candidato a la alcaldía de Santo Domingo Este, que ahora tendrá que salir de una tercera ronda de encuestas entre los precandidatos Karen Ricardo y Alfredo Martínez, es que ese método de escogencia está muy lejos de ser un eficiente sustituto de las primarias, el método democrático por excelencia porque es el que garantiza que cada militante de cada partido tenga la oportunidad de ejercer su derecho a elegir y ser elegido. Parece una perogrullada, y de hecho lo es, pero contra toda lógica democrática las encuestas han terminado imponiéndose de la mano de unas cúpulas partidarias que han secuestrado, hasta ahora sin consecuencias, el derecho de su militancia de aspirar a una posición electiva. En el caso del PLD, donde se expresa con mayor dramatismo la suplantación de la democracia interna, las tensiones que mantienen dividido a ese partido entre danilistas y leonelistas ha convertido en inútiles las encuestas para elegir el candidato a la alcaldía de una plaza tan importante como la de Santo Domingo Este, pues ni unos ni otros confían en sus resultados. ¿Pasará lo mismo con la tercera encuesta? Tal y como están las cosas, y puesto en evidencia, con el desorden del pasado martes, hasta dónde pueden caldearse los ánimos, es fácil anticipar que los disgustos continuarán sea cual sea el resultado de esa tercera ronda. El tropezón debería obligar a la dirigencia peledeísta a levantar los pies y rectificar, a dar la lección por aprendida y abrir nuevamente las puertas y ventanas del partido a los vientos renovadores de la democracia y la participación de sus bases. Pero talvez le estemos pidiendo demasiado a una dirigencia que como consecuencia de su sobre exposición al poder no solo se ha enriquecido sino que ha cambiado también su perspectiva de la vida y de la política, por lo que prefiere imponer y obligar en lugar de consensuar y pactar.