Endemia, epidemia, pandemia y coronavirus

Endemia, epidemia, pandemia y coronavirus

La Real Academia Española de la Lengua define una endemia como determinada enfermedad que reina habitualmente, o en épocas fijas, en un país o comarca. Se habla de epidemia cuando cierta afección se presenta en un lugar con una frecuencia inusualmente mayor dentro de un país y durante un período de tiempo. El dengue es una infección de naturaleza endémica en la República Dominicana debido a que la erradicación del agente transmisor, el mosquito Aedes aegypti se ha tornado en la isla en un imposible.
Cuando una dolencia infecciosa transgrede las fronteras ocupando a varias naciones, cruzando los mares y arropando a otros continentes nos encontramos frente a una pandemia. Eso es precisamente lo que desde diciembre del año 2019 viene haciendo el coronavirus de modo vertiginoso, arropando al mundo desde una provincia China. Tiene como agravante peligroso la novedad de ser un germen nuevo para el cual no se contaba, ni se cuenta aún con vacuna alguna. Se vienen ensayando varios tratamientos sintomáticos de prueba, sin embargo, el rápido avance del COVI-19 ha puesto a los investigadores en la retaguardia sin que se vislumbre en lo inmediato una vanguardia salvadora. Estamos desfasados en reacción sorpresiva ante esta terrible embestida cargada de gran morbilidad y de alta mortalidad para adultos mayores. Debemos lograr colocarnos en posición de vanguardia proactiva para enfrentar el demonio epidemiológico. Si algo racional podemos hacer todos los ciudadanos del mundo es disponernos disciplinada y voluntariamente al unísono en cuarentena en todas las grandes ciudades. Debemos aunar esfuerzos de manera global para compartir experiencias de manejo de casos, al tiempo que colaboramos en el desarrollo de una vacuna para la prevención del mortífero agente.
Desde el plano local cada dominicano consciente tiene la obligación de dar lo mejor de sí y hacer eficiente y efectiva la cuarentena casera preventiva de la diseminación de la enfermedad. Gobernantes y gobernados tenemos que estar en sintonía en cuanto a los objetivos esenciales ante la pandemia. Conocer la realidad nacional en cuanto a verdadera extensión, morbilidad y mortalidad del virus. No nos podemos engañar, toda la población debe conocer las fortalezas y las debilidades que padecemos. Una de las consignas sería la de cero engaños, mucha fortaleza, inteligencia, fe y decisión para ayudar a ganar la guerra contra esta apocalíptica enfermedad.
Otra podría ser la de apertrecharnos de gran temple y serenidad, comprensión del momento, visión futurista y efectivo accionar. El Gobierno como administrador del Estado debe tomar cuantas medidas sean de lugar para garantizar en los hechos el abastecimiento de agua potable a los hogares para una higiene real y efectiva, recogida oportuna de la basura y desperdicios, electricidad continua en casas y negocios, alimentos esenciales asequibles a todas las familias, así como reforzar la seguridad ciudadana.
Ante la incertidumbre sobre lo desconocido anteponemos la capacidad de los dominicanos para crecernos y sobreponernos ante las adversidades. Este pueblo ha sabido crecerse en los momentos cruciales y éste es uno de ellos. Aún no ha llegado lo peor. A esta crisis sanitaria le vendrá una mayor y prolongada crisis económica la cual golpeará de modo irregular a todos los sectores, siendo los desposeídos los menos preparados para resistir la embestida depresiva. En auxilio especial de estos últimos se debe elaborar un plan de salvación.
La República Dominicana como parte de la humanidad sobrevivirá con mayor confianza en su futuro.

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