Endemias nuestras

Endemias nuestras

Algo que se dice y repite, como si con decirlo lográramos salir del paso, es que el dengue es una enfermedad endémica de nuestro país.

Se suele insistir en ello cuando los medios de comunicación recogen la alarma de los médicos por la abundancia de casos registrados, sobre todo casos del generalmente mortífero dengue hemorrágico.

Guardando las respetables diferencias, el sarampión y la poliomielitis llegaron a ser consideradas, también, enfermedades endémicas de este país, sólo que en el caso de estas dos últimas el Estado se vio forzado a ceñirse a pautas sanitarias internacionales dirigidas a erradicar esas enfermedades.

Una de nuestras endemias es el dengue, pero otra peor es que, como no hay ninguna pauta sanitaria internacional que nos fuerce a erradicarlo, no lo hacemos y preferimos consolarnos con decir que es un mal endémico.

No se conoce ninguna campaña dirigida a disminuir la incidencia de esta enfermedad a través del único medio conocido para hacerlo: orientación ciudadana para eliminar los hospederos del mosquito transmisor, reforzadas con operativos intensivos de adecuada fumigación.

Como nada nos lo impone, nos limitamos a hablar de endemias y a tratar de escurrir el bulto. 

-II-

Nuestro endémico dengue afecta año por año a mucha gente, sobre todo niños. La variante hemorrágica de esta enfermedad ha hecho tragedia en muchas familias.

Para organizaciones especializadas como el Colegio Médico Dominicano y la Sociedad Dominicana de Pediatría, no sólo son preocupantes los numerosos casos de dengue de una y otra variedad, sino que no hay justificación para estar cruzados de brazos.

El aedes aegypti, mosquito que transmite el dengue, hace sus criaderos en depósitos de aguas limpias que suelen quedar en recipientes abandonados, llantas viejas y otros objetos dispersos en patios y solares.

Si se ha hecho endémico, en parte se debe a que las autoridades no estimulan a las familias a eliminar del entorno casero todo lo que sirva para retener aguas limpias y servir de hábitat al mosquito.

En otras épocas en el país se desarrollaban campañas masivas de fumigación y los ciudadanos estaban obligados a colaborar con el personal que las efectuaba.

En base a estos operativos, por mucho tiempo el país estuvo certificado como libre de malaria, enfermedad que también es transmitida por un mosquito.

Por medio de campañas periódicas de vacunación logramos que organismos internacionales como la Oficina Panamericana de la Salud nos certificaran como país libre de poliomielitis y sarampión.

¿Por qué, entonces, persistir en el manoseado argumento de la endemia del dengue en lugar de actuar contra éste como se debe?

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