¿Enderezaremos el rumbo?

¿Enderezaremos el rumbo?

En el segmento del debate público dedicado a analizar seriamente las cuestiones económicas o financieras se ha convertido en tema obligado el déficit presupuestal del gobierno. Que el gasto público exceda en muchos de miles de millones de pesos el monto de los ingresos fiscales y que ese déficit se financie con endeudamiento es el tema del momento.

Los efectos de ese déficit han comenzado a sentirse de manera ominosa con el deslizamiento lento pero progresivo de la tasa de cambio. De poco más de RD$36 hemos llegado a casi RD$37 por US$1 en un período más breve que todos los anteriores brincos de un peso durante los últimos años. Algunos economistas creen que el peso anda buscando “acomodarse” a la realidad fiscal.

Una manera de ver la dilución del valor de nuestra moneda es que la economía dominicana, pese al crecimiento que indican las estadísticas oficiales, no ha crecido lo suficiente como para que la proporción del presupuesto dedicado al servicio y pago de deuda se mantenga a un nivel moderado. Hay economistas que señalan que más de un 40% se va en pagar intereses y capital de préstamos; el total de la deuda externa se acerca a los US$14,000 millones según escuché decir a un reputado economista.

Por más cifras o estadísticas que se analicen, o por más argumentos que esgriman los voceros oficiales, la realidad es que el Gobierno gasta mucho más de lo que recauda con los impuestos. La perspectiva de pretender aumentar las recaudaciones creando más impuestos o aumentando los existentes ha casi sublevado al empresariado. Dicen que la presión fiscal es enorme y que las contraprestaciones que el Estado devuelve a los contribuyentes son exiguas o inexistentes.

Y quizás tengan razón, pues pagamos impuestos como si fuésemos suecos o noruegos, pero los servicios públicos nos los da el Gobierno como si fuésemos de Ghana o Burundi. En cambio sí hay una percepción de una corrupción enorme, de una impunidad rampante y una flagrante incompetencia de una parte de las autoridades.

Para que el milagro político de que el pueblo prefiera al PLD en vez de al PRD se mantenga, hay que revisar muchas políticas y enderezar el rumbo. Las percepciones siempre sucumben ante las realidades y al final son estas, y no la ilusión, lo que cuenta. Quizás el Presidente necesita sacudir su Gabinete.

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