Endeudamiento público

Endeudamiento público

POR ARTURO MARTÍNEZ M.
Como el tema del endeudamiento interno del sector público se lleva y se trae, con números muy variados, no está de más que comentemos y usemos la metodología que utilizan los organismos internacionales, para hacer algunos números que nos digan como andan las cosas desde el pasado 16 de agosto.

El resultado es que, luego que se hiciera una reforma tributaria para cerrar la brecha fiscal que dejó el pasado gobierno, quedó un déficit público que el actual financia con recursos internos y que ronda los RD$25,000 millones en 12 meses, más de US$800 millones, sin incluir el déficit cuasi fiscal del Banco Central. Veamos.

Ese déficit público se financia con recursos que provienen de lo que se conoce como deuda convencional, que incluye los bonos de capitalización del Banco Central y el Banco de Reservas, y los que se utilizarán para pagar deudas viejas a suplidores del gobierno y de sus instituciones, por casi RD$9,000 millones, también los préstamos aprobados al gobierno por el Banco de Reservas, que en pesos y dólares se estiman en más de mil millones, y que por no estar sujeto a encaje legal ó que en la práctica tienen un tratamiento preferencial en el Banco Central, indirectamente representan adelantos del Banco Central al gobierno.

También, los préstamos de instituciones bancarias privadas al gobierno, desembolsados luego de que el Banco de Reservas otorgara el aval correspondiente, y que en dólares suman setenta millones, es decir dos mil cien millones de pesos. El déficit también se financia con deuda pública interna no convencional, que incluye los nuevos pasivos internos del Banco Central, lo que se conoce como base monetaria, que según estimados del FMI andaría por los RD$12,900 millones, luego de restarse los títulos públicos colocados en el Banco Central, los adelantos a través del Banco de Reservas a que me referí y los redescuentos al sector bancario, incluyendo los intereses devengados por los mismos. La base monetaria se controla actualmente con una política monetaria restrictiva, que entendemos no puede perdurar en el tiempo, en algún momento este mismo año deberá dar un giro, por lo que en lugar de reducción como reportan las estadísticas oficiales a finales de febrero, deberá ser un aumento a finales del 2005.  

La deuda pública interna, que debido al déficit público aumentaría en 3 puntos porcentuales del PIB, pasando el balance de 18.6% a 21.6%, en términos relativos estaría creciendo 30% entre diciembre del 2004 y 2005, y no obstante ese crecimiento, todavía la inflación del año sería de dos dígitos, entre 11 y 13 por ciento, según estimado del FMI. Todos los gobiernos se endeudan, eso es legítimo y hasta necesario, y en momento de una fuerte recesión económica interna creada por el mismo gobierno, con fuerte shock externo como sucede con el petróleo, nadie le discute al gobierno la necesidad que tiene de endeudarse, ya que se trata de una manera inteligente de atemperar el impacto negativo que tiene la recesión sobre la economía de las familias. Lo que no debe hacerse, sin embargo, es tratar de ocultar la realidad, porque no hay forma de hacerlo, porque de lo contrario el gobierno estaría diciendo que la inflación del año superaría el 40%, la suma del aumento porcentual del endeudamiento y el estimado de inflación según el FMI. Es una cosa o la otra, y el gobierno escogió una inflación de 13% pero también aumentar el endeudamiento interno.

Es decir, para que la deuda interna pública no aumente en término reales, comparada con el balance a diciembre de 2004, la inflación del año debe ser de 40% o más y no de 13% como programa el gobierno, lo que equivale decir que en el 2005 el gobierno estaría cobrando impuestos adicionales por un monto igual al déficit fiscal. Ese impuesto adicional, lo que se conoce como “impuesto inflacionario”, lo obtendría el gobierno a través de la desvalorización de los certificados de inversión del Banco Central y otros activos monetarios.   

Es en nombre de la sociedad que el gobierno se endeuda internamente por un monto apreciable, pero a cambio se espera una contrapartida positiva, que lamentablemente ni se vez ni se siente, porque la triste realidad es que existe una política monetaria deliberada de represión de la inflación, que al final lo que hace es trasladarla para el 2006, y una política de gasto de inversión extremadamente restrictiva, que combinadas han producido una tremenda recesión económica que se siente en todos los sectores, dando al traste con el objetivo de crecimiento de 2.5% que estimó el FMI para el 2005 y con los ingresos tributarios del gobierno. El país siente el fuerte desempleo que se produce, ya no sólo en las empresas de zona franca, sino también en otros sectores productivos, indicadores éstos incontrovertibles, pero que no obstante su claridad, de nada han servido al gobierno que continúa su derrotero. Las políticas restrictivas, adoptadas al mismo tiempo, son explosivas, cuando se supone que debió existir un contrabalanceo, una restrictiva y la otra diferente.

El gobierno pasado tuvo el mismo error de conducción, sólo que ambas políticas, la del gobierno y la del Banco Central, fueron expansivas, y las consecuencias todos las conocemos. Nos encontramos nuevamente en la trampa de políticas que tienen la misma dirección, la diferencia es que ahora la economía pasa de una etapa recesiva a otra más pronunciada, acompañada posiblemente con deflación, y lo peor es que el equipo económico del gobierno no se percate de la situación, quizás porque no entiende el conjunto de la macroeconomía. Cuando se despierte del ensueño, por efecto de la realidad y de la presión del consumidor y del inversionista, que se siente va en aumento, el costo económico posiblemente será de tal magnitud que revertirlo requerirá de sacrificios que la sociedad posiblemente no estará en condiciones de hacer.

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