Energía eléctrica

Energía eléctrica

En el capítulo Infraestructura, vimos que para garantizar un ciento por ciento el suministro eléctrico a un país, una ciudad o un edificio, se requiere mucha más capacidad instalada que la demanda máxima, esto así, por los paros de mantenimiento y daños fortuitos que ocurren a los equipos o generadoras, sin contar las pérdidas que pudieran haber. La sobrecapacidad depende además de la edad del parque energético y del tipo de equipos de generación.

Los costos de inversión inicial para la sobrada capacidad instalada necesaria, convierte a la energía eléctrica en un dolor de cabeza cuando la disponibilidad se queda atrás de la demanda. Si esto no se entiende o entendiéndose no se puede satisfacer el ritmo de demanda por falta de fondos, inevitablemente y con frecuencia indeseada ocurrirán apagones.

Es obvio que tanto macro, como micro- económicamente, resulta más barato que un país tenga un parque eléctrico bien dimensionado para evitar que cada cual tenga, además del servicio público, una planta eléctrica de emergencia. La dualidad se reflejará invariablemente, no sólo en los costos de sus variados productos sino también en contaminación, salud y bienestar general.

“En el caso dominicano, el problema eléctrico descansa sobre dos pilares só1idos y difíciles de demoler: Pérdidas totales y coste de la energía generada. Las pérdidas totales, las técnicas que penden del sistema de transmisión y los robos. El coste de generación depende del equipo generador, su eficiencia, del combustible, de la morosidad y del margen de beneficios. Estos aspectos son todos contundentes, costosos y testarudos.

En la actualidad el costo del kilovatio-hora, Kwh., para viviendas fluctúa alrededor de los nueve pesos con treinta y cinco, es decir, de unos US$ 0.2562. El auto-generado sale todavía más caro. Los costos de Kwh. citados son promedios; resultan de dividir el costo total entre el consumo total, puesto que las tarifas eléctricas son estratificadas de acuerdo a los consumos.

Los costos dominicanos son extraordinarios si comparamos con los de la mayoría de los Estados norteamericanos, en los que varían de US$0.065 a 0.08, aunque hay estados cuyos costos se disparan como California, $ 0.12, Nueva York, $ 0.145 y Hawai, $ 0.167. Puesto que la entrada per cápita en los EE.UU. es del orden de los US$33,100.00 y en la República alrededor de US$ 2,100.00, es decir, en promedio el dominicano recibe 15.76 veces menos dinero al año que el estadounidense y paga de 3.5 a 1.53 veces más por su energía.

 En términos absolutos si el estadounidense paga el 5 por ciento de sus entradas en electricidad, el dominicano pagará de entre el 7.65 y el 17.5 por ciento de su salario. En términos relativos en el dominicano el sacrificio anual por electricidad de 55.16 a 24.11 veces más que para el estadounidense. ¿Inaudito verdad?

Los cálculos que preceden son sencillos, promedios, su intención es simplemente dar una apreciación de lo que nos sucede a los dominicanos con la energía eléctrica. Desde luego, también sirve para explicar porqué muchas familias se roban la luz y el extraordinario esfuerzo pendiente para llegar a situaciones manejables para los dominicanos.

Ante estas cifras no es difícil entender qué decidirá una familia si se enfrenta a la disyuntiva de comer o pagar la energía eléctrica que consume. Visto en estos términos, dudamos sinceramente que el problema eléctrico nacional pueda resolverse en el futuro mediato con los presentes precios.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas