Energía saludable

Energía saludable

JOSÉ ENRIQUE BÁEZ UREÑA
La vida no es más que energía en movimiento, transformación y evolución permanente.

No se concibe la existencia humana, animal, vegetal y material en general, sin un flujo constante, dinámico e interactivo de energías del tipo que sean.

El desarrollo, económico, tecnológico y científico de la humanidad está basado en el uso de los diferentes tipos de energías existentes.

Desde la segunda mitad del siglo pasado (S. XX) el desarrollo, aprovechamiento y control de los diferentes tipos de energías ha generado una verdadera guerra mundial, disfrazada diplomáticamente hasta donde ha sido posible, pero permanente en el tiempo, disputándose los involucrados la supremacía en cuanto a posesión y control de la explotación, mercado y reserva futura de los recursos energéticos.

Esta situación es el resultado de un enfoque meramente desarrollista   mercantilista en cuanto al desarrollo y aprovechamiento de una parte de la energía que nos brinda la naturaleza, en donde se impone el mercado, el consumismo y el dinero como valores y símbolos contrapuestos a un verdadero desarrollo humano basado en el aprovechamiento racional y armónico de los recursos y posibilidades más saludables existentes.

Hasta el momento, dicha guerra ha tenido como base el uso y control de las energías menos saludables para el desarrollo de la vida en el planeta.

El uso indiscriminado de energía no renovable, que debería llamarse no saludable, trae como consecuencia efectos muy similares a los fármacos que a diario nos recetan los médicos clásicos, los cuales nos recomiendan para aliviar la infección de un órgano, y éstos a la vez que nos alivian dicha infección nos afectan negativamente cinco órganos que antes estaban sanos.

Estas energías mueven el mundo, pero también envenenan el mundo.

Creo que llegó el momento, con el inicio del siglo XXI de valorar la vida en todas sus dimensiones y con esto abocarnos no sólo a modificar nuestros patrones de consumo por nuestra salud y la salud del planeta, sino también a modificar hasta el lenguaje para que éste vaya de la mano con los objetivos del desarrollo humano sano en valores y en armonía con la naturaleza.

Atendiendo a esto del lenguaje, entiendo que deberíamos hablar ya de Energía Saludable, en vez de energía renovable. De esta manera, y por efecto sensorial   auditivo los pueblos entenderán con gran facilidad la conveniencia de priorizar el uso de la energía que garantiza su salud y la del planeta en general.

La energía saludable está disponible en todo el territorio nacional. El Sol, el viento y los caudales de agua para la generación de ésta son nuestros.

La energía saludable es la garantía de una mejor salud ambiental, que se traduce en mayor estabilidad climática; en la reducción de residuos radioactivos; en la reducción de las emisiones de dióxido de carbono (CO2); en la reducción de la contaminación atmosférica en general y por vía de consecuencia, en la reducción y posible eliminación de los factores que causan las lluvias ácidas, que en los últimos 20 años están afectando seriamente la vida animal y vegetal en algunas regiones.

En conclusión, el aprovechamiento de la energía saludable, que nos brinda la naturaleza a través del sol, el viento y el agua, es la garantía del desarrollo de una economía sana y próspera, y de un pueblo más saludable, productivo y con mayores posibilidades de vida con calidad.

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