Si no ha escuchado hablar sobre la enfermedad de las arterias periféricas, no es la única persona que no lo ha hecho.
Aunque los médicos y las organizaciones de atención de la salud han concienciado mejor acerca de que la enfermedad cardíaca es la primera causa de muerte en todo el mundo, la enfermedad de las arterias periféricas no es tan conocida, pese a formar parte de las enfermedades cardiovasculares.
Esta enfermedad es más frecuente entre las personas mayores de 65 años, pero también afecta a la gente más joven con otros factores de riesgo, como diabetes, obesidad, presión arterial alta o que tiene el hábito de fumar.
La enfermedad de las arterias periféricas abarca las extremidades inferiores, pero se fundamenta en la ateroesclerosis, enfermedad vascular en la que se acumulan placas de colesterol en las paredes arteriales. Esto causa el estrechamiento de las arterias, restringe la circulación y puede derivar en el desprendimiento de la placa y la formación de un coágulo sanguíneo.
La mayoría de los pacientes con esta enfermedad llegarán a tener enfermedad vascular en más de una zona definida, lo que aumenta la probabilidad de que afronten complicaciones graves.
Por desgracia, no se suele diagnosticar la enfermedad de las arterias periféricas suficientemente pronto y, a menudo, los pacientes no reciben tratamiento con las terapias más agresivas.
Abordar el problema de concienciar e instruir tanto a médicos clínicos como a pacientes es un área fundamental del nuevo PAD National Action Plan (Plan de acción nacional contra la enfermedad de las arterias periféricas), dirigido por la Asociación Estadounidense del Corazón. Este plan se desarrolló con la colaboración de 25 organizaciones y dirigentes nacionales.
La Dra. Amy Pollak, cardióloga en Mayo Clinic de Jacksonville (Florida), dirige el esfuerzo para culminar el plan junto con la Dra. Aruna Pradhan de Brigham and Women’s Hospital y la Dra. Naomi Hamburg de Boston Medical Center.
El plan delinea los objetivos para concienciar más a pacientes y proveedores de atención médica acerca de la enfermedad, mejorar la detección, el tratamiento y en última instancia también los resultados, reducir las amputaciones relacionadas con la enfermedad de las arterias periféricas mediante iniciativas de salud pública, incrementar y mantener la investigación, así como avanzar en los esfuerzos de intercesión.
«Si usted tiene una enfermedad polivascular (donde la acumulación de colesterol afecta a más de una zona del cuerpo, como el corazón, el cerebro o la pierna), entonces corre un riesgo muy alto para ataque cardíaco, accidente cerebrovascular, muerte o pérdida de alguna extremidad.
Los pacientes con enfermedad polivascular y diabetes son quienes más alto riesgo tienen para enfermedad de las arterias periféricas. Hay que averiguar acerca de los síntomas, tratarlos con terapias médicas agresivas y darles un seguimiento más estrecho», comenta la Dra. Pollak.
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A medida que las arterias que van hacia las piernas acumulan una cantidad considerable de colesterol que restringe la circulación sanguínea, los síntomas de la enfermedad pueden aparecer.
Algunos síntomas, como calambres en la parte inferior de las piernas al caminar, pueden ser leves, graves o caer en un punto intermedio, pero empeoran a medida que la enfermedad avanza.
Otros síntomas pueden ser de cambios en las piernas, como sentir frío en una y no en la otra, piel brillante en las piernas, crecimiento lento de las uñas de los pies y del vello en las piernas, llagas que no cicatrizan en los dedos, los pies o las piernas y pulso débil o ausencia de este en las piernas.
La gente puede pensar que estos síntomas son solo señales del envejecimiento, pero es importante mencionarlos al profesional médico.
El síntoma más común es tener menos capacidad para caminar. Los pacientes pueden no sentir ningún dolor.
Una exploración física puede revelar síntomas que el paciente ignora o atribuye a otra cosa. La Dra. Pollak dice que es importante quitar las medias para revisar las piernas y los pies de los pacientes que caen dentro de esta descripción de riesgo, aunque sean jóvenes.
Los profesionales clínicos deben preguntar qué tipo de actividades hacen sin dificultad los pacientes a fin de identificar los problemas.
Además, los análisis de sangre que revisan la presencia de diabetes y miden el colesterol también deben mantenerse al día.
Los problemas de circulación en las piernas pueden identificarse con exámenes de diagnóstico, como el índice tobillo-brazo que compara la presión arterial en el tobillo del paciente con la del brazo antes y después de hacer ejercicio.
No es un examen invasivo y permite identificar la presencia de la enfermedad de las arterias periféricas y su gravedad.
Las angiografías emplean la tecnología por imágenes para enfocarse en las obstrucciones y pueden hacerse mediante tomografía computarizada o resonancia magnética.
Las angiografías con cateterismo cardíaco permiten administrar tratamiento para destapar las arterias al mismo tiempo.
Un procedimiento en las extremidades inferiores, conocido como revascularización, restablece la circulación sanguínea y cuando se lo hace suficientemente pronto, evita la necesidad de una amputación, puesto que la pérdida de la movilidad afecta la capacidad de trabajar de la persona y le dificulta mantenerse activa y autosuficiente.
Es mucho lo que está en juego, tanto para los pacientes como para el sistema de atención médica que se encarga de su cuidado.
Aproximadamente el 33 por ciento de los pacientes muere dentro de los primeros cinco años del diagnóstico de enfermedad de las arterias periféricas y el 20 por ciento sufre un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.