Enfermedades de los maestros

Enfermedades de los maestros

Las condiciones físicas y emocionales de quienes imparten educación merecen una atención privilegiada. El  ¿cómo? invertir en educación -que el Gobierno considera prioritario- encuentra una respuesta  en los problemas de salud  al que un estudio atribuye alta incidencia en el magisterio.  Tomemos en cuenta   que este país necesita una transformación que incluya  una elevación importante del índice de escolaridad. Con profesores abatidos por la depresión, frustrados por su incapacidad para afrontar necesidades básicas y sin un vasto   apoyo  para sus conflictos existenciales, las escuelas no podrían cumplir a cabalidad su papel de formar mejores ciudadanos.

No existiría una forma de refundar al maestro y sacarlo de su postración sin  una considerablemente mayor inversión en la enseñanza Y si existe, habría que suponer que el Gobierno es capaz de hacer milagros. Es cierto que muchos otros dominicanos  que no practican  docencia reciben también presiones que dañan su salud. Al  igual que los profesores, son víctimas de unas estructuras que conducen a  la mala distribución del ingreso.  Esquemas de ejercer el poder y propiciar el crecimiento de la economía que fomentan  el enriquecimiento de minorías y el empobrecimiento de una mayoría: esa a la que   no hemos educado bien. Los cambios de esta sociedad no deben demorarse. Educar mejor es lo que más puede contribuir a lograrlo.

Un llamado muy oportuno

La agresividad con uso del insulto y la diatriba a que se refirió el obispo de Higüey  Nicananor Peña el sábado ha ido en ascenso en esta campaña. Aun cuando los candidatos se esfuercen a veces en aportar  un contenido de ofertas diversas al electorado, el proselitismo que se percibe es a dos voces: una de promesas -algunas irrealizables- y otra concentrada en la descalificación del adversario. En la hipérbole infamante que coloca al rival en  un contexto de maldad y desastre. El abismo  si gana el otro.

En ocasiones  los proyectos políticos se apoyan en voceros delirantes adscritos a  sus cohortes que en su vocería se refieren más a los supuestos horrores de los contendientes que a los planes concretos que se supone han sido concebidos para la posibilidad de alcanzar el poder. Va in crescendo una recargada atmósfera de agresión verbal. Las palabras del obispo deben mover a reflexión y a un cambio de actitudes.

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