¿Enfermedades hereditarias? ¡Manténgalas a raya!

¿Enfermedades hereditarias? ¡Manténgalas a raya!

Cáncer de mama
¿Qué dice su historia familiar?
Si su madre o hermana han padecido un tumor de mama en cualquier momento de su vida, su riesgo es de dos veces mayor que el de aquellas mujeres sin antecedentes familiares. Si es el caso de un paciente de segundo grado, el riesgo es de una vez y media superior respecto al de la población general. Esto significa que mientras una mujer sin antecedentes familiares presenta cerca del 12% de posibilidades de sufrir la patología, otra, cuya madre o abuela ha sido diagnosticada de este tumor, tiene un 25% más de riesgo.

La enfermedad puede transmitirse tanto por el lado materno como el paterno, de ahí que los expertos centren sus observaciones también en el historial médico del padre.

La implicación genética es especialmente intensa en el cáncer premenopáusico. Si dos o tres pacientes (de primer o segundo grado) desarrollan cáncer de mama antes de los 40 años, se enciende la alarma para que exista dicha predisposición.

Cómo plantarle cara

Ojo con el alcohol

Hay estudios que demuestran que aquellas personas que consumen dos o más bebidas alcohólicas al día tienen mayor riesgo de padecer cáncer de mama.

Mantenga un peso adecuado

Las mujeres que se mantienen en el mismo peso durante toda la vida tienen un riesgo menor de desarrollar cáncer de mama en la época postmenopáusica. Pero las obesas llegan a doblar sus posibilidades de padecer cáncer de mama en la menopausia.

Tome más ácido fólico y reduzca las grasas animales

Las mujeres que ingieren ácido fólico habitualmente tienen un riesgo un 27% menor de desarrollar cáncer de mama. Por ello, se recomienda comer vegetales de hoja verde, fresas y cereales, y reducir las grasas animales.

Hágase mamografías regulares a partir de los 40

Las dos pruebas para detectar patologías mamarias son la mamografía (una radiografía de la mama) y la ecografía mamaria (una técnica complementaria más detallada). La mamografía sigue siendo la técnica de detección más eficaz en grandes grupos de población.

Tener en cuenta la medicación

Las terapias hormonales administradas durante la menopausia y empleadas también como tratamiento del cáncer de mama pueden reducir hasta en un 50 % el riesgo de desarrollar el tumor. No obstante, también pueden desarrollar trombos sanguíneos y cáncer de útero.

Enfermedad cardíaca

¿Qué dice su historia familiar?

«Es especialmente importante la edad de quien haya padecido en su familia una enfermedad cardiovascular: mujer antes de los 60 años y hombre antes de los 50», explica Richard Stein, portavoz de la Asociación Americana del Corazón y profesor de Medicina del Centro Médico Weill Cornell, de Nueva York. El hecho de que un familiar padezca una enfermedad cardiaca prematura casi dobla el riesgo. También es fundamental tener en cuenta que otros factores como subidas en los niveles de colesterol, hipertensión o diabetes pueden transmitirse de padres a hijos, con sus consiguientes consecuencias.

Cómo plantarle cara

Abandone el tabaco

«Quien posea un familiar con una enfermedad cardíaca es más sensible a los efectos nocivos del tabaco que aquél que carezca de antecedentes», explica Theresa Frezzo, consejera genética. Por suerte, la supresión del consumo de tabaco reduce rápidamente el riesgo cardiovascular y después de tres años de haber abandonado el hábito, los ex fumadores que lo han dejado tras un ataque cardiaco suelen reducir el riesgo de un nuevo infarto hasta una cifra similar a la de los no fumadores a sufrirlo por primera vez.

Lleve una dieta cardiosaludable

Coma mucha fruta, vegetales y cereales, y evite las grasas saturadas. En cambio, consuma las grasas sanas del pescado al menos un par de veces por semana.

Controle su peso

Ser obeso o tener sobrepeso se asocia con cifras de colesterol y triglicéridos elevados, hipertensión arterial e incremento de la resistencia a la insulina. Todos estos factores contribuyen al desarrollo de la enfermedad cardiaca.

Pruebas y controles

Si en su familia ha habido algún caso de patología cardiovascular temprana y además tiene otros factores de riesgo, debe comentarlo con su médico. Si el riesgo es moderado o mayor, podría someterse a una prueba de esfuerzo. Además, es candidato ideal para un test que mide la inflamación en los vasos sanguíneos.

DepresiÓn

¿Qué dice su historia familiar?

Estudios realizados en familias en las que hay personas de cada generación con la enfermedad, han demostrado que quienes la sufren presentan una estructura genética distinta al del resto de las personas. El componente genético de la depresión ha sido confirmado por un estudio del doctor Lukas Pezawas, jefe de psiquiatría del Hospital General de Viena, según el cual existe un circuito del cerebro, influido por factores genéticos, que acoge las emociones negativas y que, en interacción con otras zonas cerebrales, provoca depresión. Sin embargo, el factor hereditario no es tan determinante como en otras enfermedades que se transmiten de generación en generación, y puede presentarse en personas sin antecedentes familiares. Además, existe también una herencia social o psicológica, además de la biológica, que son las pautas mentales y el comportamiento, adquiridas desde la infancia temprana y que aprendemos de nuestros padres.

Cómo plantarle cara

Evite todo tipo de sustancias tóxicas

Numerosos estudios han confirmado el papel negativo de las drogas y el alcohol, que empeora los bajones anímicos puntuales, y consumidos continuamente, producen efectos depresores en el sistema nervioso. El tabaco multiplica por dos el riesgo de padecer una depresión.

Vigile los patrones de sueño

La falta de sueño está directamente relacionada con la depresión. Este aspecto es muy importante en el caso de las depresiones infantiles y juveniles. Está demostrado que dormir poco es común entre los niños con autoestima baja y con tendencia a padecer depresión. Hay que mantener horarios más o menos fijos para levantarse y acostarse: levantarse temprano estimula el cerebro.

Rodéese de buenas vibraciones

Gestos tan sencillos como escuchar música, ir al cine, comprar unas flores y, en definitiva, mejorar el entorno en el que vivimos y trabajamos puede mejorar notablemente el estado de ánimo. Otro aspecto a tener en cuenta es la luminosidad. Se ha demostrado que el correcto uso de la luz y el color en el hogar puede incrementar hasta en un 85 por ciento la energía personal.

Lleve una dieta «animada»

Hay que consumir proteínas, que favorecen el equilibrio emocional. También son saludables los alimentos ricos en triptófano, un aminoácido presente en plátanos, frutos secos y soja, que participa en la producción de serotonina, fundamental para el buen estado anímico.

OBESIDAD

¿Se nace o se hace?

El riesgo de desarrollar una obesidad moderada es de dos a tres veces mayor si tiene familiares que padezcan la enfermedad. Esto puede deberse en parte al hecho de que más de 50 genes están asociados a ella. Sin embargo, sólo por el hecho de que algún  miembro de la familia tenga sobrepeso, no significa que, irremediablemente, tenga que sufrirlo también: sus hábitos pueden atajarlo. Según los expertos, el estilo de vida y los factores ambientales están más implicados en el desarrollo de esta enfermedad que la genética, así que mantener a raya los factores de riesgo es tan sencillo como vigilar las calorías diarias, hacer ejercicio regularmente y eliminar ciertas costumbres nocivas y «engordantes».

El ejercicio: bueno para todo y todos

A estas alturas nadie duda de los innumerables beneficios que la práctica regular de ejercicio tiene para la salud y el bienestar. ¿Cómo influye este hábito en la prevención de estas enfermedades? Tome nota.

Frente al cáncer de mama. El ejercicio aeróbico, especialmente si se ha realizado de forma habitual durante mucho tiempo, puede proteger frente a este tumor. Una investigación de la Universidad de Calgary y el Instituto del Cáncer de Alberta, en Canadá, demostró que aquellas mujeres postmenospáusicas que hacían regularmente ejercicio reducían su riesgo de cáncer de mama hasta un 30 por ciento, y las que se habían entrenado de forma habitual a lo largo de su vida tenían un riesgo un 42 por ciento más bajo.

Frente a la depresión. Con el deporte se sentirá mejor, su sistema inmune se fortalecerá y encarará el estrés y la angustia de otra forma. También sube la autoestima y la habilidad para resolver los problemas.

Frente a las cardiopatías. Con un ejercicio moderado como caminar regularmente (unas cuatro horas semanales) reducirá sustancialmente el riesgo de padecer problemas de corazón y sus vasos.

Fuente: Prevenir

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