Enfermedades imaginarias

Enfermedades imaginarias

Algunas personas suelen enfrentar casos de salud muy especiales: se sienten mal, llevan tiempo “sufriendo” de una dolencia y a pesar de los exámenes médicos no se ha encontrado la raíz de su mal.

Aunque han visitado diferentes especialistas y centros médicos, ninguno le ha encontrado nada, pero siguen asegurando que están enfermos.

Este es el tipo de pacientes que necesita una evaluación distinta, pues es muy posible que las raíces de sus dolencias sean psicológicas, y que la enfermedad sólo esté en su imaginación.

Según explica el  psiquiatra César Mella, estos pacientes pueden estar presentando diversos trastornos que pueden ser hipocondríacos, trastornos facticios o por somatización, en los cuales la mente parece apoderarse de los órganos y sistemas, provocando síntomas que no aparecen en los exámenes médicos.

Se manifiestan de forma tan diversa que algunas personas les conocen como el “síndrome de la bicicleta que recorre todo el cuerpo”, pues pueden provocar dolores de cabeza o musculares, saltos en la boca del estómago, sensación de nudo en la garganta, calambres, alteración del patrón de evacuación, entre otros síntomas.

Conscientes o inconscientes, estos trastornos pueden suceder sin que el paciente se dé cuenta de ello pero también de forma consciente.

El trastorno hipocondríaco, o hipocondría, ocurre de forma inconsciente: el paciente tiene siempre el temor a padecer una enfermedad y puede tener manifestaciones cambiantes. “Una vez tienen dolor de cabeza, otra vez náuseas o tal vez calambres. Son seres humanos que siempre tienen algo, pero que ningún análisis objetivo como radiografías o análisis de sangre, determina la causalidad. Se cree que el síntoma tiene un carácter simbólico e inconsciente con el cual el paciente reclama atención. El temor al cáncer es una de las quejas más frecuentes del hipocondríaco”, explicó el doctor Mella.

El trastorno por somatización, o psicosomático, se manifiesta con molestias inespecíficas como dolor o síntomas gastrointestinales, calambres, tensión muscular, saltos en la boca del estómago y diversas manifestaciones a las que no se les encuentra una base orgánica.

Y aunque en los anteriores el paciente no está consciente de lo que le pasa, los pacientes con trastorno facticio saben cuándo están “inventando” la enfermedad y lo hacen con motivaciones muy específicas como faltar a la escuela o universidad, evadir un compromiso o atraer la atención.

 Consecuencias.  Estos trastornos pueden desencadenar  consecuencias desfavorables o innecesarias para el paciente.

Si se trata de una dismorfobia, trastorno en que el paciente insiste en que una parte de su cuerpo está deformada, éste recurrirá a la cirugía plástica aunque el médico le haya explicado que está equivocado. “Otras veces, un trastorno disfuncional de un órgano, como una digestión retardada, llevará al paciente a la automedicación. Otros pacientes, hartos de ir de médico en médico que no le encuentran anda, caerán en manos de curiosos y curanderos”, añadió el psiquiatra y profesor universitario. Estas obsesiones incluso pueden agravar dolencias reales, como por ejemplo una gastritis que a base de forzar mucho la mente, como se diría popularmente, termina convirtiéndose en un problema crónico como una úlcera gástrica.

Ayuda.  Para estos casos debe combinarse el tratamiento clínico con la terapia psicológica. “La psicoterapia, es decir, la consejería profesional profunda, debe desentrañar el significado simbólico del síntoma para el paciente. Mucha gente, sin saberlo, reclama afecto, apoyo y consideración familiar o sentimental a través de sus múltiples quejas de salud”, apuntó.

Lo aconsejable es que estos pacientes sean evaluados por el médico de familia, pues el sufrimiento y las perturbaciones llegan a afectar a quienes viven o conviven con el afectado. En algunos casos, es el psiquiatra o psicólogo que debe intervenir y no se descarta el uso de medicamentos para controlar la ansiedad.

“Otras veces, se prescriben antidepresivos, pues los cambios del estado de ánimo son una consecuencia de la ‘impotencia’ que el paciente, los familiares y el mismo médico experimenta ante de la recurrencia y persistencia de estos síntomas, por un lado; y lo frustrante que resulta el hecho de ‘no encontrar nada objetivo’ pese a todos los exámenes practicados”, comentó el reputado galeno.

El psiquiatra asegura que estos trastornos son una verdadera amenaza para la familia y la sociedad, aunque en la mayoría de los casos los pacientes no reciben la ayuda adecuada.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas