Enfermedades metropolitanas

Enfermedades metropolitanas

ANTONIO GIL
En España se derrumbaron, cuando se construían, dos túneles de los metros o «subways» de Madrid y Barcelona. Los desastres se produjeron en un lapso de poco más de dos semanas a partir del pasado 27 de enero. Ahora, diarios españoles los llaman «los túneles de la risa» y los «túneles sin papeles». Lo de «túneles de la risa» es el mote que se le puso por el mal teatro y esfuerzo que hacen ahora los funcionarios públicos y contratistas responsables tratando de explicar lo inexplicable. Lo de «sin papeles», parodiando aquello de los inmigrantes sin documentación, es porque esos túneles se hacen, se «cuelan», sin suficientes y «transparentes» documentos o estudios.

El presidente de la Generalitat Catalana, Pasqual Maragall, del Partido Socialista Catalán, señaló que la enfermedad del túnel del Carmel en Barcelona es «el 3%». Esta afirmó en el parlamento provocó una violenta reacción de la Convergencia Democrática de Cataluña, a la que pertenece el consejero de Obras Públicas, Joaquín Nadal, quien sintió que se aludía a que recibe sobornos de contratistas. Ya antes los asociados de la Convergencia habían sido acusados por otro diputado, Xavier Vendrell, de recibir «donativos anónimos», por 1,600 millones de euros.

Aparte de esta enfermedad se han señalado otras muy graves, tanto en el túnel de Atocha a Chamartín en Madrid como el del Carmel en Barcelona. Estas son, primero, la prisa en hacer las obras, y la segunda es la falta de estudios geológicos serios.

Lo cierto es que ahora hay 460 edificios en peligro de caerse en Madrid, 40 de los cuales son señalados como en alto riesgo y 184 con fisuras, mientras que en Barcelona ya se cayeron ocho y están afectadas cinco cuadras, 84 edificios y 1,600 familias tuvieron que abandonar sus viviendas.

El Colegio de Geólogos de Cataluña dijo que el túnel que se inició no es el que se propuso y se estudió originalmente, que los planes se combinaron y las obras se hacen ahora por una zona sin suficientes estudios de terreno.

Los constructores evaden responder a esto y en cambio achacan el derrumbe a que el túnel de Barcelona se hacía con un método de excavación y apuntalamiento llamado «austríaco», que se aplica en Austria con mucho éxito, pero que al parecer en España no funciona. Pero resulta que en Madrid el sistema empleado es otro, el de la máquina «tuneladora» y tuvo las mismas consecuencias. Con tuneladoras se hizo el paso bajo el canal de La Mancha, entre Francia e Inglaterra. Entonces, al parecer, no es el método.

Ahora en Barcelona inyectaron 14,500 metros cúbicos de concreto para sellar el fallido túnel y evitar que ese pedazo de la ciudad se hunda.

Los estudios del túnel se iniciaron en Barcelona en 1999 y comenzaron a horadar a mediados del año pasado. Allá lo consideran poco tiempo.

Mientras los políticos responsables se tiran las bolitas y los bolones, han hecho renunciar a dos funcionarios medios para dar a entender que se castiga a los responsables.

El gobierno está ofreciendo a los que perdieron sus viviendas una «ayuda» de 10,000 euros, que es la décima parte de lo que constaría un paqueño apartamento, y hasta 1,500 (lo que costaría una buena nevera) a los que perdieron sus enseres.

El revuelo del túnel de Barcelona ha sido tan grande que Jordi Pujol, el anciano ex presidente de la Generalitat y por años el hombre fuerte de Cataluña, advirtió que habrá una desastrosa división en el país.

La moraleja de esta historia es que cuando los túneles metropolitanos se enferman producen muchos problemas sociales.

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