Negritud y diversidad

Negritud y diversidad

Estoy harto de que se hable de la República Dominicana como de un país “discriminador” que abusa de “los pobres haitianos”. Se ha convertido en una moda decir que no los “aceptamos” y no los queremos en nuestro territorio, que no les damos documentos de identidad; y para colmo, los “desnacionalizamos”. Los haitianos son el pueblo más racista de todas las Antillas. La negritud es la primera columna de su identidad, según el profesor León-Francois Hoffmann; los haitianos obtuvieron la libertad tras una guerra social que fue, al mismo tiempo, una guerra racial contra los blancos esclavistas franceses. En Haití la palabra “blanco” es sinónimo de “extranjero”.

Además, en Haití han tenido lugar varias guerras entre negros y mulatos. La independencia de la RD no tuvo ese carácter de “guerra racial”. Juan Bosch ha dicho reiteradamente que nunca hemos tenido una guerra social. Los dominicanos son una sucesiva mezcla entre mulatos “de distintas proporciones”. Algunos médicos hematólogos sostienen que somos mulatos-mestizos, esto es, que en nuestras venas circula un 17% de sangre indígena. Blancos, negros, mulatos, conviven armoniosamente en todos los hogares dominicanos. Nos han llamado el país de las familias multicolores. Los prejuicios resultantes de la colonización española y de la esclavitud, se atenuaron mucho en RD por motivos demográficos y políticos.

En casi todas las constituciones del Estado haitiano se excluyeron los derechos de los extranjeros. No sólo no podían desempeñar cargos públicos de ninguna clase; tampoco podían comprar propiedades inmuebles. En la República Dominicana los extranjeros han sido “asimilados” en todas las épocas. Árabes, chinos, españoles, judíos, barloventinos, curazoleños, blancos y negros, se han convertido en dominicanos en pleno ejercicio de sus derechos civiles y políticos. Esta facilidad para adaptarse a lo extranjero es un ingrediente básico, tanto de nuestro crecimiento económico como de la relativa “modernización” de la RD.

La Constitución haitiana de 1987, redactada bajo influencia norteamericana, permite a los extranjeros trabajar la tierra y adquirir propiedades. El gobierno dominicano prestó enorme ayuda económica a Haití después del terremoto del año 2010. Los movimientos políticos de Haití: el compresor, la avalancha, revelan por dichos nombres su violencia radical. Viejas matanzas de mulatos son “valoradas” por líderes haitianos de hoy.

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