Enfermos de poder

Enfermos de poder

HAMLET HERMANN
Durante los meses recientes he hecho grandes esfuerzos por racionalizar y entender las pugnas que enfrentan a los miembros del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). No es que este tipo de lucha sea nuevo en sus filas. El sectarismo nunca se ha detenido en el PLD, de ahí las reiteradas escisiones y deserciones sufridas durante los treinta y tantos años desde su fundación. Incluso cuando Juan Bosch contaba con todos sus atributos intelectuales y su indiscutible liderazgo se hablaba de erradicar el «grupismo». Paradójicamente, cada sector combatía al «grupismo» desde su propio grupo.

La diferencia entre la pugna de ahora y las del pasado es que ya no se discuten ideas, ni principios, ni convicciones políticas, ni el bienestar del pueblo. Las cosas, los bienes materiales, han sustituido al progreso de la realidad dominicana y al desprendimiento patriótico de Bosch. El proyecto de liberación nacional ha sido trucado y trocado hasta convertirse en «damelomío» y en la soberbia del «todolopuedo».

Se ha complicado tanto la lucha interna en el PLD que no logro salir del laberinto para llegar a la racionalidad. Pero he ahí que un amigo detectó mis dudas y dijo: «¿Sabes por qué no acabas de entender a los peledeistas? Porque te has obstinado en analizarlos como sanos y cuerdos. ¿Quieres entenderlos? Imagínalos enfermos y verás cómo todo el escenario se  aclara.»

«¿Enfermos de qué?», pregunté.

«Enfermos de poder, enfermos de soberbia, enfermos de arrogancia. En resumen, enfermos de su propia ambición.»

El choque que me provocara escuchar esa opinión dio origen a una pausa prolongada para la reflexión sin lograr respuesta alguna.

El amigo volvió a la carga para decir: «¿Quieres entenderlos? Imagina que los principales dirigentes estuvieran alienados. Que fueran algo así como el doctor Jekyll y el señor Hyde en una misma persona.

Lo interrumpí diciendo: «¡Qué cándido eres! Entonces la disociación de ideas y de conductas en estos personajes nada tiene que ver con la hipocresía vital de los políticos dominicanos.»

«No, para nada, si es que quieres entenderlos. Están tan enfermos que su percepción de la realidad cae en el delirio. O se te olvidó el discurso de Leonel el 27 de febrero en el que habló de lo mucho que se alimenta ahora el dominicano. Eso para no mencionar el bendito Metro que no va a atenuar siquiera el problema del transporte de la Capital y sin embargo lo presentan como la obra más importante del país. Si esos planteamientos no son alucinaciones y delirios, a mí que me arrolle el tren de la madrugada.»

Apenas tomó aire y siguió diciendo: «Ah, y si se te ocurre cuestionar esos delirios, inmediatamente te acusan de ser agente de la oposición y cuestionan tu capacidad intelectual para valorar las genialidades del gobierno. Lo peor que tiene su actitud es que no pueden alegar que es hereditaria.

El don Juan que conocimos con pleno uso de la razón jamás habría permitido que se hicieran y se dijeran cosas como las que hacen y dicen sus principales discípulos. Imagina lo enfermo que hay que estar para decir que don Juan nunca se opuso a la reelección presidencial. No respetan la memoria del viejo ni siquiera porque en la Constitución de 1963, aprobada cuando presidía el gobierno, se prohibió explícitamente la reelección. Es que son enfermos del poder y los bienes materiales los llevan a alucinar.»

Apenas recobró el aliento para continuar: «Ahora, con los ánimos caldeados al máximo por el forcejeo de la candidatura presidencial, la escisión mental de ambos bandos ha empeorado. En apenas unas cuantas semanas los peledeistas de uno y otro lado se han faltado el respeto de manera tal que se ha eliminado toda posibilidad de arreglos amigables. Han estrujado tanto los estatutos y el programa de gobierno del PLD que por más que los planchen no podrán llevarlos a la forma que tuvieron antes.

 Esta pugna luce como caricatura del conflicto de 1969 entre Augusto Lora y Joaquín Balaguer por la candidatura presidencial. Además, como Leonel se ha empecinado en emular a Balaguer no hay que dudar que tratará de avasallar a Danilo con todo lo que el erario y el artículo 55 de la Constitución confieren. Olvidan en el forcejeo los abusos y sufrimientos provocados por Balaguer y que podrían estar esperándolos al doblar de la esquina.»

Ante esa descarga de diagnóstico psiquiátrico, opté por callar. Prefiero seguir sin entender a los peledeistas antes que suponer que están locos de atar. Aunque parezcan necesitar de cuidados intensivos.

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