Contraponiéndose a los irracionales abusos de la explotación minera que antes predominaba, sobre los suelos de diversos lugares del mundo se encuentran hoy las tecnologías de extracción selectiva que no conspiran contra los dones del planeta, innovaciones aceptables para los fines sociales y de lucro en la República Dominicana.
La capacidad de explotar de manera sostenible y responsable las riquezas que duermen en determinados lugares del territorio nacional debe ir llegando a cada ámbito promisorio, bajo estrictos controles ambientales y preservando para la nación por vía del Fisco y topes la más alta participación en los beneficios que se obtengan.
Hasta los regímenes más recalcitrantemente opuestos a las iniciativas privadas acogen con sentido práctico y de conveniencia para sus pueblos a quienes manejen con superioridad profesional los métodos de la minería moderna y eficiente.
A juicio del ministro de Energía y Minas, Antonio Almonte, aquí las reservas minerales resultan más abundantes de lo que se creía. No perforar humus y rocas exagerando los peligros para bienes no renovables es renunciar a un legítimo aprovechamiento de ellos.
Entes conservacionistas de la sociedad civil no quitan los ojos de firmas privadas, asociadas al Estado y bajo sus regulaciones, que penetran suelos para convertir en útiles y rentables todo lo valioso que encuentran y constituyen uno de los pilares de las exportaciones y recaudaciones nacionales.