Engaños

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BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
El gobierno juega a la confusión, al engaño. Se aplica la política de la gatita de María Ramos, que tira la piedra y esconde la mano.

Durante los últimos meses se da la apariencia de que el gobierno actúa como si anduviera a la deriva. Se intenta una burla continuada contra la inteligencia de todos. Se actúa de manera intolerante, prepotente, arrogante. La opinión ajena, si es contraria, carece de valor.

Los gobernados somos vistos como infelices mortales dignos de lástima, a quienes se ha la con la soga del narigón. La borrachera que produce el oropel y la espuma dentro de los cuales se vive en los gobiernos, desdibuja la realidad.

Tomemos por caso las señales emitidas por el gobierno cuando amenazó con una nueva reforma para cobrar más impuestos, como si el bagazo de caña produjera azúcar.

Funcionarios del área económica dijeron una cosa y luego se desdijeron en un vano empeño por confundirnos. Nunca hubo diferencias. El gobierno siempre supo lo que quería: engañarnos y cobrar más impuestos.

El Presidente de la República habló sobre la creación de nuevos impuestos y aumento de las tasas de otros. Pocas voces, muy comprometidas con la política del gobierno, hablaron sobre la (supuesta) necesidad de mayores ingresos fiscales.

Casi todas las instituciones del país se pronunciaban en contra de la decisión del gobierno. Ellos desprecian la opinión ajena. El poder es para ejercerlo.

El Presidente de la República dijo, no dijo, se desdijo y no convenció a nadie, ni siquiera a él si se hubiera visto en un espejo cuando pronunciaba el primer discurso.

Enredados entre la verborrea, el rechazo abrumador y su intención de seguir adelante, rasgaron sus vestiduras asegurando que el pueblo llano no se vería afectado por los nuevos tributos.

El Presidente habló de nuevo: “cuando digo digo no digo digo sino digo Diego” y al gobierno se le vio en el morado del ojo que tenía un propósito diferente del que manifestaba.

El gobierno actuó como una flecha dirigida al blanco: impuestos para tener mayores ingresos sin afectar las ganancias de capital, porque ahí entienden que está su base de sustentación.

Impuestos para continuar la danza de los millones que hunden al país en políticas que antes se criticaron, como el endeudamiento externo. Además no hay que explicar para qué se quieren esos dineros. Quizá porque hay fines inconfesables. No lo dudo.

El Congreso Nacional responde a los intereses del gobierno que tiene la mayoría de legisladores.

¡Es una pena que ahora sea cuando cuenta muchos electores se den cuenta de que introdujeron las extremidades inferiores cuando votaron por el Partido de la Liberación Dominicana en las dos últimas elecciones!

Encima de todo, el gobierno pregona claramente su política con el pago a salones de belleza para el arreglo de los cabellos de las mujeres: ¿Quieren moños bonitos? ¡Aguanten jalones!

Sólo que en este caso, no hay moños bonitos.

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