Enhorabuena

Enhorabuena

Satisface ver que ha sido iniciado un operativo de limpieza en algunos de nuestros principales monumentos. Al menos se tiene constancia de que militares estuvieron limpiando el entorno del Altar de la Patria, que había sido tomado de la manera más irreverente por vendedores.

No hay razones para deducir que la limpieza del entorno del Altar de la Patria signifique que se esté procediendo igual en otros monumentos históricos. El 16 de agosto está próximo y en esa fecha se conmemora un aniversario de la Restauración, aparte de que toman posesión los nuevos Presidente y Vicepresidente de la República. A eso podría deberse el aseo.

Sin embargo, quisiéramos pensar que lo iniciado en el Altar de la Patria ha sde extenderse a todos los monumentos patrios afectados por el abandono, el desparpajo y el irrespeto.

Hace poco reseñábamos la deprimente situación de sucieza y abandono del monumento a Fray Antón de Montesinos, en el malecón de la avenida George Washington. Es una vergüenza que parte del patrimonio histórico de un país caiga en semejante estado, tanto por la falta de responsabilidad de las autoridades como por el irrespeto de muchos ciudadanos.

La Puerta de la Misericordia, en la Ciudad Colonial, ha estado sirviendo de orinal de parroquianos que frecuentan un colmadón de la zona, y nadie con autoridad se ha inmutado por esta falta de respeto.

La preservación de la integridad y limpieza de los monumentos históricos es una responsabilidad de instituciones del Estado. En esto tienen responsabilidad compartida los gobiernos municipales y los organismos encargados específicamente de la custodia y preservación del patrimonio histórico y cultural.

La limpieza del entorno del Altar de la Patria, dispuesta por la Secretaría de Estado de Cultura, es una señal alentadora de que se está retomando en algo la cordura.

Quisiéramos que esa iniciativa no quede limitada al Altar de la Patria ni haya sido inspirada por la proximidad del 16 de agosto. Que se haga permanente y generalizada en todo nuestro patrimonio histórico y monumental.

Indefensión  

Cuando un usuario «x» deja de pagarle a la distribuidora «y» la energía eléctrica consumida, el suplidor se siente en el derecho de suspender el suministro y reclamar, vía compulsiva si fuese necesario, los montos dejados de pagar por el moroso. Es más, esto es así aún en el caso de que lo facturado no se corresponda con la totalidad real de la energía suministrada.

En cambio, cuando es el usuario el que resulta víctima del cobro de kilovatios horas no suministrados por el distribuidor -que es el caso actual para todos los abonados del mercado energético- no hay forma de reclamar compensación o que sean acreditados a favor del deudor los kilovatios hora de apagones.

En este país, ni la Superintendencia de Electricidad ni ninguna otra autoridad se mete para defender a las víctimas de estos despojos que se parecen mucho a la estafa. Eso se llama indefensión.

Vandalismo

Es justo de toda justicia protestar por los apagones.

Lo que no se entiende es que siendo todos víctimas de la falta de energía, unos afectados protesten atentando contra las propiedades de las otras víctimas o contra el bien común.

En varios puntos del país se han estado produciendo actos que no califican como protesta contra los apagones, sino como vandalismo contra la propiedad privada y el bien común. Eso merece castigo severo.

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