Enhorabuena

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En las circunstancias actuales, con unos precios petroleros en permanente alza y la incertidumbre por el destino que podría tener la reforma tributaria, resulta tranquilizante la información de que a partir de la semana próxima comenzará a llegar al país petróleo amparado en los acuerdos de Petrocaribe.

El anuncio se produce después de que ciertos escarceos dieran la impresión de que por un lado andaban los presidentes de la República Dominicana y Venezuela, firmantes del acuerdo, y por otro muy distinto el embajador de este último país y el presidente de la Refinería Dominicana de Petróleo.

Un hecho cierto es que, con Petrocaribe o sin éste, el país tiene que modificar su estilo de consumo de combustibles y energía,  y procurar medios de hacer un uso cada vez más eficiente de los mismos. Se impone, también, que asumamos con absoluta seriedad y como política de Estado independiente de quien gobierne, la necesidad de procurar medios alternos para producir energía.

La gran preocupación en todo el mundo son las presiones a que está sometido el mercado petrolero, que datan desde mucho antes que el huracán Katrina arrasara las plataformas petroleras del Golfo de México.

Las alzas de predios en los crudos ya constituyen una perturbación difícil de manejar, sobre todo si se tiene en cuenta que hay un mercado que puede manipular las ofertas por medio de compras a futuro que presionan el mercado.

—II—

Volviendo a Petrocaribe, el alivio que representará la vigencia práctica de este acuerdo, con el inicio de los embarques petroleros hacia el país a partir de la semana próxima, tenemos que asumirlo como un compromiso muy serio, por las condicionalidades que entraña.

El gesto de solidaridad de Venezuela para con un grupo de países caribeños dependientes de las importaciones petroleras tiene en el anverso una operación comercial en la cual los adquirientes del petróleo, ipso facto, asumen la condición de deudores.

Tenemos que ver que nuestras necesidades no son solamente de abastecimiento petrolero, sino de tratar que los hidrocarburos sean una inversión que retribuya a la economía más allá de los ingresos que su consumo genera en base a la enorme presión tributaria que se les aplica.

Un Estado dependiente de petróleo importado tiene que luchar permanentemente por la eficiencia, estimulando todo aquello que represente ahorro de hidrocarburos y energía, incentivando la eficiencia en el uso de estos elementos y, más que en el uso, en la sustitución de los mismos para producir trabajo motriz o generar energía.

Hay que valorar como altamente positivo que, a pesar de las disparidades sobre Petrocaribe expuestas de modo poco elegante y menos diplomático, vamos a iniciar una etapa de alivio en materia de abastecimiento petrolero.

Pero hace falta que el país conozca más en sus detalles no solo las facilidades que garantiza Petrocaribe y que han sido pregonadas repetidamente, sino también, de manera minuciosa, los detalles sobre los compromisos que está asumiendo el país.

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