Enjuiciar a los jueces

Enjuiciar a los jueces

Quisiera tener tiempo libre para sentarme ante un televisor a disfrutar los juegos de béisbol de las ligas mayores de Estados Unidos. Pero el tiempo, el implacable, el que pasó, no lo permite. En escasos minutos de observación he podido darme cuenta de que, como nunca antes, los árbitros de esas ligas han tomado decisiones equivocadas, perjudicando a algunos de los equipos. La idea de que los errores sean tan frecuentes me hizo pensar lo peor.

Mi estado de ánimo mejoró cuando supe que en esas ligas mayores se le da seguimiento estadístico a la actuación de los árbitros. Según informes, se busca detectar si en esos jueces existe algún tipo de prejuicio o se evidencian sentimientos a favor o en contra de alguno de los equipos o jugadores. Los apostadores son, más que las autoridades de Major League Baseball, quienes tratan de estar más prevenidos ante esos prejuicios que ocurren muy a menudo y tienen gran influencia en el prestigio de MLB.

Varios medios publican informes periódicos que muestran las estadísticas de cada árbitro cuando están cantando las bolas y los strikes detrás del “home”, así como cuando están en las bases apreciando jugadas que no dejan tiempo para pensar. Los numeritos incluyen el promedio de cantidad de carreras anotadas en cada uno de esos juegos, la relación entre bases por bolas y ponchados, esto como medio para detectar en qué medida las apreciaciones de determinado árbitro influye en el resultado final.

Otras categorías estadísticas han sido integradas, incluyendo porcentaje de carreras permitidas, así como la proporción de corredores en base por innings y el promedio de cantidad de bases por bolas permitidas durante nueve entradas para los lanzadores abridores mientras cada árbitro está detrás del plato. A partir del año 2000, los datos se consolidaron en un solo cuadro estadístico que muestra el comportamiento general de los árbitros de las ligas mayores.

Algo que ha ayudado a frenar el evidente deterioro de ese arbitraje beisbolero es el uso reiterado de la repetición en la televisión, conocido como “replay”, de las jugadas cuestionadas. Esto no curará todos los trastornos de los árbitros de Ligas Mayores pero sirve como evidencia incuestionable de cómo y cuando se equivoca el juez del juego, aunque no pueda determinarse el por qué. La expansión del “replay” podría ayudar a los árbitros a equivocarse menos pero el mal persistirá si insisten en ignorar o despreciar las reglas de ese deporte.

La situación de los árbitros equivocándose tan a menudo ya se está convirtiendo en comedia. Es obvio que estos jueces necesitan ayuda (puede ser psicológica o ética). Ellos son, supuestamente, evaluados periódicamente pero uno no sabe cómo ni hasta dónde. ¿Se ha enterado alguien de que un árbitro haya sido despedido por incompetencia? Los peloteros no duran mucho si juegan mal pero un árbitro de mala calidad puede quedarse tanto tiempo como quiera si conoce las técnicas del mangoneo.

Toda esta trama de los árbitros del béisbol me ha puesto a pensar en los jueces y fiscales de República Dominicana, quienes se han destacado desde hace tiempo por dictar sentencias y organizar expedientes acusatorios que nada tienen que ver con una verdadera justicia. No hay día que pase sin que uno de éstos funcionarios judiciales, formados a imagen y semejanza del ex presidente Leonel Fernández, tomen una decisión repugnante para el pueblo ansioso de justicia.

De nada parecen servir las evidencias de culpabilidad para que ciertos tribunales declararan “No Ha Lugar” en las denuncias por corrupción contra Félix Bautista, Leonel Fernández y, ahora, Elías Wessin. ¿Qué juez haría falta para que el caso del atentado contra la vida de Jordi Veras sea llevado hasta el fondo del asunto luego de más de tres años de incansables esfuerzos de la víctima?

Evidentemente, en este país hace falta que, al igual que en las ligas mayores de béisbol, se publiquen las estadísticas de las actuaciones de los jueces y fiscales, quienes siguen asombrando a la ciudadanía con sus perversas decisiones que sólo logran consolidar la corrupción y el crimen. Con esas estadísticas, por lo menos sabríamos a qué atenernos cuando cualquier caso llegue a juicio con un determinado juez.

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