Enmiendas necesarias (Parte II)

Enmiendas necesarias (Parte II)

En nuestro país, muchos ciudadanos han expresado su deseo de que ojalá las elecciones presidenciales y congresuales fuesen cada año, ya que observan, como es en la única ocasión que los políticos que aspiran, ya sea a un cargo electivo o a la reelección, se dedican a mejorar casas de futuros votantes en su demarcación, arreglo de calles y asfaltado de las mismas en barrios o urbanizaciones donde impera el poder del lodo y el polvo.  Asimismo, ayudan proveyendo ambulancias, carros motobombas para bomberos, motocicletas para uso en “motoconcho”, canastillas para embarazadas; en fin, pequeñas ayudas, incluidas financieras que, de no estar en campaña, no las hubieran proporcionado.  Eso sí, tan pronto pasan las elecciones “si te vi, no me acuerdo” y como se dice en el pueblo: “te suben los vidrios”.

Otro personaje, que debido a las elecciones se atribuye una importancia de primer orden, es el presidente de la Junta Central Electoral (JCE), el doctor Roberto Rosario.  Es más, no sólo compite con los candidatos y con el Presidente de la República, sino que los supera en ruedas de prensa, declaraciones para los periódicos y noticieros y hasta llega  a sobresalir sobre ellos.

La pregunta obligada para los ciudadanos que con el pago de sus impuestos contribuyen a pagar los salarios, dietas y otras variables de los jueces que componen la JCE, es ¿qué harán estos magistrados durante los años que siguen hasta las próximas elecciones?  ¿Es necesario un organismo con tantas intríngulis para solamente celebrar unos comicios cada cuatro años?

Estudiando las estructuras para celebrar elecciones en países más avanzados que el nuestro, se observa que son oficinas sumamente sencillas, en donde inclusive se puede votar por correo electrónico, sin que el votante deba apersonarse a un colegio o centro electoral. 

Si existiese una verdadera política del ahorro por parte del Estado Dominicano, se debería llegar a la conclusión de crear un organismo centralizado en donde la identidad de los ciudadanos se llevase a cabo por un aparato simple como existen en los aeropuertos estadounidenses, en donde las huellas digitales identifican a la persona, sin tener que acudir a otro documento de identidad, el cual sólo serviría para ejecutar operaciones en las cuales se deba reconocer o identificar al usuario. (Cédula de identidad ), (Licencia de Conducir), (Carné de seguridad social).

Este afán de pavonear del presidente de la JCE enarbolando el falso concepto de transparencia y objetividad, dilapidando recursos económicos vía el pago de páginas enteras en los periódicos, sin tomar en cuenta que la promoción debe ser para los comicios, no para su persona, como presidente y rector del organismo colegiado, cuando se supone, que todos deben ser imparcial, no obstante alguno de ellos tener simpatía o incluso militancia en el pasado en un bando determinado. 

Salir ahora, después de pasadas las votaciones que hubo un plan de paramilitares que intentaron suplantar la autoridad militar bajo el mando de la JCE y los IP intentaron sabotear los resultados de las elecciones, nos parece que lo que pretende este señor es continuar en los primeros planos de la prensa.

Agradecerle también, a la Iglesia Católica por la creación de una Gerencia de Cómputos colegiada, que incluyó nombrar un sobrino del prelado que según su parecer, fue vital para el desenvolvimiento del Centro, no debe considerarse un éxito, ya que le costó al erario la no muy despreciable suma de cuatro millones de pesos.

   Ya pasadas las elecciones y proclamados los ganadores con sus correspondientes certificados, la JCE debería tomarse un receso, porque ya estamos cansados de tanta barahúnda.

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