Ensartar las palabras

Ensartar las palabras

Diderico el flamenco fue un pintor nacido a comienzos del siglo XV; es autor de varios famosos cuadros, entre ellos una “madonna” llorosa, cuyas lágrimas parecen mojar toda la pintura. Ulrico es el nombre de un reformador religioso suizo, destacado líder protestante en el siglo XVI. Erico el Rojo fue un explorador noruego del siglo X al que se atribuye el “primer asentamiento vikingo en Groenlandia”. En “El final de Norma”, novela romántica de Pedro Antonio de Alarcón, aparece el personaje Rurico de Calix. Todos estos nombres nórdicos podemos encontrarlos en la República Dominicana: Diderico, Ulrico, Erico, Rurico, e incluso Rendérico.

Lo que no creí que oiría nunca es el extraño nombre de Limérico. Pues bien, mi loco predilecto de la ciudad colonial me dijo un día que un señor con ese nombre le había explicado que la locura no era más que una “efervescencia cerebral”, que podía ser pasajera o permanente. Durante la “efervescencia” afloran a la mente “ideas geniales”. Flotan entonces, sobre las trivialidades de la existencia, las visiones más profundas que, habitualmente la cordura no deja pasar a la plenitud de la consciencia. Por eso, decía el amigo de mi amigo, cierta dosis de locura actúa como factor “precipitante” del talento.

–Mucha locura enturbia la razón; pero un poco de locura puede producir las materias sólidas de la creación intelectual, sea literaria o científica. Los hombres necesitan una periódica combustión de las neuronas que les permita salir de las rutinas del pensamiento. De ahí que algunos “insensatos” recurran a las drogas narcóticas, o al alcohol, para estimular las diversas porciones del encéfalo. Les llamo “insensatos” porque no saben que durante el sueño –sin intervención de ninguna substancia alucinógena– la ideación se desembaraza de todo lastre inhibitorio.

–El sueño es una muerte intermitente que reconecta la médula espinal con la radiación de las estrellas. Para ensartar ideas y palabras se requiere de la energía del tejido nervioso. Dormir algunas horas restaura las potencias raquídeas. Todas las cosas importantes realizadas por los protagonistas de la historia, han sido entrevistas al despertar. No me atreví a preguntar a mi chiflado amigo si Limérico era cuerdo y padecía solamente una “pasajera efervescencia” de sus facultades mentales.

 

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