Ensayo sobre la lucidez

Ensayo sobre la lucidez

Con más de ocho décadas contando primaveras, el laureado premio Nobel de la literatura, José Saramago, nos deleita desde su segunda patria, España, con su novela Ensayo sobre la lucidez. Recordemos que en una ocasión anterior nos había gratamente sorprendido con el Ensayo sobre la ceguera.
El afamado escritor portugués tomó esta vez un tema de relevancia casi universal, las elecciones. Con su estilo peculiar nos brinda un relato ameno e intrigante, en el cual el certamen se llevó a cabo en la capital de la república.
Comienza la historia con el acostumbrado proceso de votación. Los tres partidos clásicos, uno de la derecha, otro del centro neoliberal, y el tercero de la izquierda se disputan el favor popular. El gran fiasco se produce cuando se hace el conteo de los sufragios emitidos. Cerca del setenta y tres por ciento de los ciudadanos ha votado en blanco. A pesar de los resultados desalentadores, el candidato oficial decide realizar otra ronda de votaciones con el fin de ver si la ciudadanía recapacita del error cometido y deja de sufragar en blanco. Las cifras ahora muestran un aumento en el voto de rechazo, las boletas sin marcar suben al ochenta y tres por ciento. Ello resulta inconcebible, es un insulto y un irrespeto al mandamás de turno y a su peculiar sistema democrático de gobierno.
Crecen la cólera y el odio del jefe de Estado y de su gabinete hacia sus gobernados, ya que el primero  esperaba reelegirse sin dificultad alguna. La ira del poder es tan grande que el presidente decide abandonar la ciudad y dejarla a la deriva sin los servicios básicos.
El gobernante retira la policía, el ejército, cerrando todas las oficinas públicas y trasladando su administración a otro pueblo, declarando el estado de sitio en la ciudad abandonada. De manera solapada el oficialismo trama actos ocultos de terror entre los que se cuentan la explosión de una bomba en la estación de tren, matando unas treinta y cuatro personas y produciendo quemaduras y laceraciones a otras tantas.
Los funcionarios acusan grupos organizados tanto en el exterior como en el interior de los hechos sangrientos que ellos mismos han programado. La población resiste estoicamente toda clase de abuso y maltrato por parte de los despechados salientes del gobierno. Se acusa al pueblo de poner en peligro la democracia representativa al no someterse al modelo impuesto por el clan gobernante.
Mientras nos entretenemos con el desarrollo de la trama de esta interesante novela posterior a esa otra joya titulada El hombre duplicado, la cual siguió a otra producción sin igual como lo fue La caverna, uno se pregunta como es que un europeo a tantas millas de distancia de una islita tan pequeña como la nuestra, pueda escribir una obra de carácter novelesco con hechos y circunstancias tan parecidos a los resabios y malcriadeces vertidos por las presentes autoridades dominicanas desde que se enteraron del voto masivo de rechazo a la reelección vertido por el 57% de la población votante el 16 de mayo de 2004.
La tanda de apagones, el abandono de los hospitales públicos y del Seguro Social, el aumento en el costo de la canasta familiar, incremento en el precio de los pasajes, tardanza y falta de pago a servidores del Estado, auge de los actos delictivos, así como el reparto de los bienes del país entre corruptos usurpadores de la empresa gubernamental, son algunos de los castigos que nos ha impuesto el presente gobierno.
En la novela ficción, Ensayo sobre la lucidez, el castigo a la ciudad fue por haber votado en blanco, sin embargo, en la cruda realidad dominicana lo que se vive es la furia de una seria tormenta tropical que solamente cesará el venidero 16 de agosto de 2004 a las 10 de la mañana en punto.

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