La reforma tributaria de principio de los noventa aumentó los ingresos del fisco en RD$10,905 millones, equivalente a un dos por ciento del PIB, lo que combinado con la ralentización del crecimiento del gasto, redujo el déficit fiscal de 5.3% a 1.8% del PIB, de 1990 a 1994.
Cuando revisamos la historia nos damos cuenta de que no había alternativa, con ajustes por el lado de los ingresos y del gasto debía recuperarse la sostenibilidad financiera del presupuesto. No se hicieron los cambios cuando el petróleo aumentó de menos de tres dólares a casi cuarenta entre 1973 y 1979, multiplicándose la factura petrolera casi siete veces, de cuarenta millones de dólares a trescientos siete millones de dólares.
Con préstamos de los bancos comerciales, que manejaban mucha liquidez de los petroleros, seguimos el camino fácil del endeudamiento en dólares, aumentó seis veces y media de 1970 a 1980, de doscientos sesenta y dos millones de dólares a mil seiscientos ochenta y ocho millones de dólares. Dos años después se multiplicó más de seis veces, a mil novecientos treinta y seis millones de dólares.
Por las mismas razones de aquella ocasión, ahora también se necesita una reforma tributaria y fiscal de igual intensidad, el país está muy endeudado respecto a lo que produce anualmente, lo que amenaza la sostenibilidad de las finanzas públicas.
No nos engañemos, ha sido por el buen manejo de la política monetaria y por el nivel históricamente bajo de los tipos de interés, que se ha mantenido relativamente alto el precio de nuestros bonos soberanos en el mercado secundario, y que estemos pagando un costo bajo por la deuda, con prima de riesgo estable frente a la deuda del Tesoro de los Estados Unidos.
Pero no obstante una buena parte del gasto público se destina al pago de intereses, una secuela, como en el pasado, de endeudarnos para cerrar brecha del presupuesto desde 2008. Por dos razones las finanzas públicas han podido cumplir con los prestamistas, el bajo nivel de los tipos de interés y el ahorro petrolero, que sumó US$1,827,356,953 en los últimos dos años. Ahorro que para la economía tuvo el efecto de una rebaja de impuestos, porque impulsó el consumo agregado y el crecimiento del PIB.
Los riesgos son, también como en el pasado, que al mismo tiempo aumenten los intereses y el petróleo, lo que no es una perspectiva remota. La Reserva Federal espera por el mejor momento para subir sus tipos, y las casas de análisis proyectan que pronto aumentará el crudo.
En los noventa se necesitó del FMI para diseñar los cambios impositivos, ahora es diferente, tenemos un Banco Central y una DGII con dirección ejecutiva y personal técnico altamente cualificados para hacer el trabajo. Que seguramente tienen en carpeta la reforma que necesita el Código Tributario y otras políticas, para controlar lo que se elude y bajar a la mitad las exenciones, porque los ingresos fiscales deben aumentar en un poco más de cien mil millones de pesos (3.5% del PIB) en dos o tres años.
Lo que debe consensuarse con empresarios y oposición política, teniendo presente que es prioritario recuperar la sostenibilidad financiera del presupuesto y establecer límites al endeudamiento.