Enseñanza de la historia

Enseñanza de la historia

«Que el hombre no aprende mucho de las lecciones de la historia es la más importante de las lecciones que la historia puede darnos». Esa frase de Albous Huxley encierra tanta sabiduría como aquella de Stephen Covey que dice: Si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo.[tend]

Valgan estos dos pensamientos para introducir la obra que vamos a comentar. Se trata de los Ensayos socio-históricos del francomacorisano Don Pedro Francisco Bonó, escritos entre los años 1856 y 1895; recopilados por la Fundación Corripio en su Biblioteca de Clásicos Dominicanos. De tan enriquecedora lectura seleccionaremos algunos párrafos que entendemos resultan interesantes en los momentos aciagos que vive la nación.

Argumentando en su rol de consultor del Senado en 1856, acerca de los grandes males del Estado dominicano, Pedro Francisco Bonó decía: El segundo mal que tiene la República, y que la hace más pobre de día en día, es la falta de equilibrio en sus rentas y erogaciones; falta que obliga al Gobierno a emitir continuamente un papel que roe la riqueza pública con su depreciación, sin que por eso lo saque de apuros. Aunque un hombre trabaja, no por eso será muy rico si no tiene reglas que le indiquen la manera de aumentar y conservar este trabajo. Lo mismo sucede cuando se considera un Estado colectivamente; en vano los ciudadanos aportan al Tesoro público sus contribuciones; si estas contribuciones no se emplean en conservar y aumentar el trabajo de los asociados, de nada sirven. Todo gobierno debe tener entendido que la masa de contribuciones recogidas debe canalizarse en sus egresos, como en sus ingresos se canalizaron. Si el gobierno percibe un labrador $6 pesos fuertes por un impuesto, directo o indirecto, es preciso que ese labrador reciba sus $6 pesos séase en seguridad para su persona y propiedad, séase en instrucción para sus hijos, séase en importación de mejores semillas, seáse, en fin, en facilitarle los medios de trasportar sus productos u otra mejora en que él tenga parte directa o indirectamente; si no es así, nunca habrá riqueza ni progreso en el país.

En 1857, durante el penúltimo de los gobiernos del reeleccionista Buenaventura Báez, se presentó una crisis con estallidos de violencia. Bajo esas circunstancias, actuando como congresista Bonó comentaba acerca de las funciones del Congreso: Ya debe atender a la felicidad general, tanto asentando bases políticas que en lo futuro la proporcione, cuanto atendiendo en el presente quitar y evitar los males que aquejan a la Patria. De todos estos males uno es el mayor, la guerra civil. Dominicanos contra dominicanos luchan en una guerra fratricida y sus motivos, luego que se mediten, desprenden los resultados siguientes: Un mandatario infiel administró mal los intereses del Pueblo, y el Pueblo lo depuso; mas no fue tan rápido esta deposición que los malvados que siempre han vivido de las desgracias y miserias del pueblo no se apercibiesen y, acogidos a la sombra de aquel mandatario, apoyan una funesta resistencia a la voluntad de la Nación.

Frustrado por la apatía gubernamental para mejorar las vías de tránsito del país, Pedro Francisco escribía: Hasta ahora el gobierno y directores han hecho el frívolo trabajo de la ardilla, y las clases trabajadoras dóciles a la espuela de sus necesidades, logran sólo satisfacer una parte, dándose fieras cabezadas en los innominados caminos existentes. ¿Y por qué? No me atrevería a responder hoy, porque en mi concepto la respuesta contiene la clave de todas nuestras miserias e inestabilidades pasadas, presentes y de las futuras; la poca fijeza o falta de plan bien concebido para realizar la forma que una vez adoptamos: ella contiene las causas porque a veces la clase directora falta completamente a su severo mandato en el self governament, y porque esta incapacidad consuetudinaria, obliga a los inferiores a sustituirla en horas dadas, tan solemnes, como son las que suenan para la redención de los pueblos ya vendidos por venderse.

Tocando el tema del peculado, nuestro ensayista refería: La corrupción: he aquí nuestro gran mal, nos penetra y nos tiene bien cerca de la muerte, mal que causará la desaparición de nuestra nacionalidad si no procuramos contenerla y corregirla pronto y radicalmente, puesto que la crudeza actual no debe tener hondas raíces, porque no data de lejos… Suponiendo por ejemplo, que mañana sea rota la paz y declaradas las hostilidades entre los dominicanos y los haitianos por cualquier pretexto o causa, ya sea por insoluble cuestión de límites pendientes, por la de refugiados políticos, por los prejuicios del comercio fronterizo, por el giro de la política exterior de uno u otro gabinete, etc.; desde ese instante mismo el gobierno pierde el poder y solaz de dar los empleos de lucro desmedido y de reconocida inutilidad que hoy otorga; de dar concesiones, de constituir Compañías de arrendadores generales de las rentas públicas, de conceder monopolios inauditos, jubilaciones y pensiones gratuitas, otras muchas regalías ocultas y sin nombre que, con gran contento y desahogo muchos hoy gozan y que con tanta estrechez, desesperación y trabajo, el pueblo paga y ve conceder.

Al terminar de leer la última página del referido libro, nos vino a la mente este bello pensamiento de Ricardo León; Los libros me enseñaron a pensar, y el pensamiento me hizo libre.

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