Enseñanzas de la historia política que muchos olvidan

Enseñanzas de la historia política que muchos olvidan

Teófilo Quico Tabar

Todos los partidos que han existido a partir del año 1961, en determinados momentos entraron en contradicciones internas, provocando situaciones que algunos podrían olvidar o pasar por alto. Me refiero a luchas entre dirigentes o líderes que dieron como resultado, pérdidas electorales o divisiones. Algunas de ellas se han mencionado, pero otras podrían haberse olvidado.
Siempre se habla del conflicto que se libró en el PRD, que provocó la salida de Bosch para fundar el PLD. Así como de la lucha entre Peña Gómez y Jacobo, que de alguna manera impidió que muchos perredeístas y personas amigas se integraran en la campaña a su favor. También de la que validó el PRM. Pero se mencionan poco otras luchas entre dirigentes o líderes con ex presidentes.
Porque hubo luchas internas que dejaron secuelas. Una de ellas fue la que se escenificó entre Jacinto Peynado y Balaguer. Y entre Peynado y Carlos Morales. Cuando Jacinto Peynado ganó la convención interna y fue proclamado candidato presidencial, se inició un proceso de alejamiento. Las relaciones se distanciaron.
Seguidores de Balaguer y de Jacinto se entraron a dos manos. Como la conga como se decía antes. Lo que condujo a una virtual separación, y aunque quisieron tapar el sol con un dedo, se hizo casi imposible. Y si alguien pretende negarlo tendría que contar con argumentos demasiado evidentes para contradecir esta afirmación.
Tratando de calmar las turbulentas aguas entre Balaguer y Peynado, don Enrique, su papá, propició una gestión junto al entonces director de El Caribe, Ornes Coiscou, Balaguer les sugirió que llevara a la vicepresidencia un candidato específico. A tal efecto propuso al conocido empresario Eduardo León. Pero Jacinto alegó que tenía compromiso. Y la situación se agrió cada vez más. El resultado se conoce.
Porque en los partidos políticos como en las empresas, y hasta en algunas familias, se producen conflictos por varias causas. Entre ellas, intereses, falta de comunicación y de entendimiento. Que a al final provocan separaciones. Porque no son capaces de buscar soluciones a los conflictos. Porque pierden, además del sentido de la conveniencia coyuntural, el de la humildad.
Es cierto que hay casos en lo que el objetivo fundamental de los conflictos es la separación. Cuando se hace imposible la convivencia. Porque los intereses de unos chocan con los intereses del otro o de sus familiares. Pero hay conflictos que pudieron evitarse utilizando la inteligencia y colocándola por encima de las pasiones. A sabiendas de que al fin de cuentas, los intereses comunes se verían afectados. Aunque luego de un tiempo vuelvan al mismo cauce. O que por rutas diferentes sean capaces de entenderse mejor, separados que juntos.
Hay otros casos de nuestra historia política contemporánea que provocaron situaciones no esperadas para unos y resultados no deseados para otros. Porque empujaron a los actores a sugerir apoyo a los contrarios antes que a los propios. Porque la política obnubila. Crea pasiones. Y la pasión tiende bloquear la razón. Y cuando eso ocurre, nadie, absolutamente nadie sabe lo que podría ocurrir.
Algunas de ellas se han mencionado, pero otras podrían haberse olvidado.
Siempre se habla del conflicto que se libró en el PRD, que provocó la salida de Bosch para fundar el PLD. Así como de la lucha entre Peña Gómez y Jacobo, que de alguna manera impidió que muchos perredeístas y personas amigas se integraran en la campaña a su favor. También de la que validó el PRM. Pero se mencionan poco otras luchas entre dirigentes o líderes con ex presidentes.
Porque hubo luchas internas que dejaron secuelas. Una de ellas fue la que se escenificó entre Jacinto Peynado y Balaguer. Y entre Peynado y Carlos Morales. Cuando Jacinto Peynado ganó la convención interna y fue proclamado candidato presidencial, se inició un proceso de alejamiento. Las relaciones se distanciaron.
Seguidores de Balaguer y de Jacinto se entraron a dos manos. Como la conga como se decía antes. Lo que condujo a una virtual separación, y aunque quisieron tapar el sol con un dedo, se hizo casi imposible. Y si alguien pretende negarlo tendría que contar con argumentos demasiado evidentes para contradecir esta afirmación.
Tratando de calmar las turbulentas aguas entre Balaguer y Peynado, don Enrique, su papá, propició una gestión junto al entonces director de El Caribe, Ornes Coiscou, Balaguer les sugirió que llevara a la vicepresidencia un candidato específico. A tal efecto propuso al conocido empresario Eduardo León. Pero Jacinto alegó que tenía compromiso. Y la situación se agrió cada vez más. El resultado se conoce.
Porque en los partidos políticos como en las empresas, y hasta en algunas familias, se producen conflictos por varias causas. Entre ellas, intereses, falta de comunicación y de entendimiento. Que a al final provocan separaciones. Porque no son capaces de buscar soluciones a los conflictos. Porque pierden, además del sentido de la conveniencia coyuntural, el de la humildad.
Es cierto que hay casos en lo que el objetivo fundamental de los conflictos es la separación. Cuando se hace imposible la convivencia. Porque los intereses de unos chocan con los intereses del otro o de sus familiares. Pero hay conflictos que pudieron evitarse utilizando la inteligencia y colocándola por encima de las pasiones. A sabiendas de que al fin de cuentas, los intereses comunes se verían afectados. Aunque luego de un tiempo vuelvan al mismo cauce. O que por rutas diferentes sean capaces de entenderse mejor, separados que juntos.
Hay otros casos de nuestra historia política contemporánea que provocaron situaciones no esperadas para unos y resultados no deseados para otros. Porque empujaron a los actores a sugerir apoyo a los contrarios antes que a los propios. Porque la política obnubila. Crea pasiones. Y la pasión tiende bloquear la razón. Y cuando eso ocurre, nadie, absolutamente nadie sabe lo que podría ocurrir.

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