Más allá del obstáculo que supone impartir docencia en un aula colmada de alumnos sobre su capacidad, los maestros de las escuelas Héctor J. Díaz y Unida 27 de Febrero, de esa barriada, enfrentan además la falta de un local que facilite el aprendizaje.
Ambos centros, que han sobrepasado los 30 años de existencia, sobreviven divididos en tres y hasta cinco locales alquilados de viviendas, cuyo pago casi nunca se cumplen puntualmente.
Ambas comunidades educativas encabezaron recientemente una protesta, ya que el dueño de uno de los locales cerró las puertas obligando a impartir las clases en las aceras y a reventar las ya hacinadas aulas.
Las clases se dan en espacios oscuros, sin puertas ni ventanas, sin calefacción, sobre techos de zinc y peor aún, sin ninguna división.
A veces estamos haciendo ejercicios de repetición en la clase de francés del quinto curso y los de tercero, que están tomando Ciencias Naturales, comienzan a repetir con mis alumnos, relata la maestra Daisy Amparo. Cuenta que varios de los profesores están en la escuela desde su fundación ya que son egresados y oriundos de la comunidad.
Es imposible emplear materiales didácticos y mucho menos tecnológicos, comenta Manuel Mora.
Sin embargo, los más de dos mil estudiantes que en conjunto asisten a ambos centros tampoco la pasan fácil.
Los muchachos pierden la primera hora de clases todos los días, toman recreo en la calle y están obligados a cruzarlas constantemente ya que ambas escuelas sólo tienen baño en uno de sus locales. Recientemente una alumna fue atropellada y tuvo que ser hospitalizada.
Además los estudiantes se encuentran en medio de tiroteos propios de disputas por puntos de drogas entre pandillas de la comunidad.
Un proceso
El dirigente comunitario Enrique Henríquez recordó que ni las marchas, notas periodísticas y cartas han servido para que sean escuchados por las autoridades de Educación, desde hace varios años.
Las claves
1. Algunos en silencio
Mientras en una de las escuelas afectadas (Unida 27 de Febrero) la comunidad educativa salió al frente en las denuncias, en la escuela Héctor J. Díaz, que comparte las mismas carencias, la directora, Flavia Espinal dijo que sus superiores le prohibieron hablar.
2. Panorama devastador
Los maestros califican el avance académico de sus alumnos de devastador, por las precarias condiciones físicas de la escuela.